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Actualizado: 13 de junio de 2025
Las mujeres, vestidas ligeramente, con sólo una falda de percal, mostrando los brazos desnudos por debajo del pañuelo cruzado sobre el pecho, se encargaban de las cestas de provisiones, admirándolas con alabanzas para el rumboso señorito. El capataz elogiaba la calidad de los fiambres y de las aceitunas, que servían para excitar la sed.
De suerte, que este es el lenguage comun de los Aprobantes, que sean buenos los libros, que sean malos, y es porque no gobierna al juicio en las alabanzas la justicia, sino el amor propio. Las satisfacciones impertinentes que dan los Autores en los Prólogos, son efectos del amor propio.
Pero no adelantemos los sucesos; prescindamos de este episodio que apenas tiene relación con nuestra historia, y volvamos a la noche en que Rosina Stolz apareció en el teatro de Río por vez primera. Rafaela, que era generosa de todo, lo era también de aplausos y de alabanzas.
Los que han tenido la dicha de ver, ora realmente, ora en extática figuración, el cielo abierto y en él las cohortes de ángeles voladores cantando las alabanzas del Señor, no ponen de seguro una cara más radiante que la que puso Milagros al oír aquel venturoso anuncio. Pero...
Juro en mi ánima que ella es una chapada moza, y que puede pasar por los bancos de Flandes. Rióse don Quijote de las rústicas alabanzas de Sancho Panza; parecióle que, fuera de su señora Dulcinea del Toboso, no había visto mujer más hermosa jamás.
El coro de halagos y alabanzas rodeaba desde sus primeros años al niño como una nube de incienso. La familia vivía para él. El señor Esteban, padre al uso latino, que amaba a sus hijos pero se mostraba con ellos sombrío y amenazador para que creciesen rectos, sentía ante el pequeño un retoñamiento de juventud, y jugueteaba con él, prestándose sonriente a todos sus caprichos.
Si HUARTE en su Exámen de ingenios hubiera separado las potencias mentales y sus actos, atribuyendo á cada una lo que le corresponde, hubiera hecho singular su obra; bien que aun con la confusion que en esto tiene es muy digna de las alabanzas que le han dado los eruditos Extrangeros.
Las alabanzas de la Orden extinguida se renovaron ó surgieron entonces, derramándose sobre ella como sobre fúnebre monumento un diluvio de flores. Los más eminentes personajes de Europa, aun entre los no católicos, habían celebrado ó celebraron á los jesuítas: Enrique IV de Francia, Catalina II de Rusia, Rousseau, Diderot, Leibnitz, Lessing, Herder y mil otros.
4 No [las] encubriremos a sus hijos, contando a la generación venidera las alabanzas del SE
Importunábale el ruido de los coches que entraban de noche en casa de Zadig, pero mas le enfadaba el de las alabanzas que de él oía. Iba algunas veces á su casa, y se sentaba á la mesa sin que le convidaran, corrompiendo el júbilo de la compañía entera, como dicen que inficionan las arpías los manjares que tocan.
Palabra del Dia
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