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Actualizado: 13 de junio de 2025
Yo, entonces, a lo que creo, rojo el rostro con las alabanzas, o ya aduladoras o demasiadas, que de mí oía, no supe más que hincarme de rodillas ante Cratilo, pidiéndole las manos, que no me las dió para besárselas, sino para levantarme del suelo.
Convénzase usted, tía, que es porque no les conoce; los viejos serán todo lo que usted quiera, pero los hijos son diferentes. Susana y Angelita eran las muchachas más bonitas de Buenos Aires, sin exageración; en Palermo no se veía nada mejor. Luego, con una educación de primera, amables, sencillas... Siguió ensartando alabanzas, hasta que la señora se impacientó.
Nuestro Señor Jesucristo era considerado por el hereje que la escribiera como hombre. Le prodigaba mil irrisorias alabanzas, le manifestaba exagerada admiración, pero era para demostrar mejor su condición exclusivamente humana y deslizar el veneno de la impiedad con más fruto.
13 Cantad alabanzas, oh cielos, y alégrate tierra; y prorrumpid en alabanzas, oh montes; porque el SE
Además que, si bien es temerario buscar el peligro, es cobardía no saber arrostrarle y huir de él cuando se presenta. No lo dude Vd.: yo veo en Pepita Jiménez una hermosa criatura de Dios, y por Dios la amo, como a hermana. Si alguna predilección siento por ella es por las alabanzas que de ella oigo a mi padre, al señor vicario y a casi todos los de este lugar.
Mientras él se perdía en sus recuerdos y en sus sueños pretéritos, que daba por realizados, sus compadres interrumpiéndole, entre alabanzas y admiraciones, le sacaban pellejos y más pellejos de vino pagaderos.... «De eso no había que hablar». «El hombre es honrado» decía el artillero y añadía: «Si yo tengo un duro pongo por ejemplo, y un amigo, por una comparación, necesita ese duro... y quien dice un duro dice veinte arrobas de vino, pongo por caso...». Pocos años necesitó, a pesar de la prosperidad con que el comercio había empezado, para tocar en la bancarrota.
Recibió las felicitaciones y alabanzas que le prodigó en persona el príncipe, y tan luego se halló en disposición de soportar el viaje á Londres se embarcó acompañado de su fiel Tristán. Inmediatamente que llegaron á aquella ciudad emprendieron el camino de Hanson, pues Roger carecía de toda noticia desde la carta del prior que le anunció la muerte de su hermano.
»Bien es verdad que quiero confesar ahora que, puesto que yo veía con cuán justas causas don Fernando a Luscinda alababa, me pesaba de oír aquellas alabanzas de su boca, y comencé a temer y a recelarme dél, porque no se pasaba momento donde no quisiese que tratásemos de Luscinda, y él movía la plática, aunque la trujese por los cabellos; cosa que despertaba en mí un no sé qué de celos, no porque yo temiese revés alguno de la bondad y de la fe de Luscinda, pero, con todo eso, me hacía temer mi suerte lo mesmo que ella me aseguraba.
Al contrario, bueno es que ostente la hermosura, que es obra de Dios; y la mujer que se esconde y no sale, impide que se admire una obra de Dios, cual es la hermosura. Esa joven es un ejemplar prodigioso de las hechuras de Dios, y haciendo que todos la vean es como se publican las alabanzas del autor de tantas maravillas.
Lo mismo sucede con las alabanzas de los Cómicos, y con los vituperios de las Imprentas; pues en todas estas cosas para singularizarse toma solo la parte flaca, omite el principal punto, y así por un sofisma de imperfecta enumeracion engaña á los falsos sabios. ¿Quién duda que quando atribuye á las letras la decadencia de los Imperios y el aumento del luxo, comete el sofisma non causae, ut causae?
Palabra del Dia
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