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Actualizado: 15 de junio de 2025
Pero por no gastar con barberos, prevenimos siempre de aguardar a que otro de los nuestros tenga también pelambre y entonces nos la quitamos el uno al otro, conforme lo del Evangelio: «Ayudaos como buenos hermanos». Traemos gran cuenta en no andar los unos por las casas de los otros, si sabemos que alguno trata la misma gente que otro. Es de ver cómo andan los estómagos en celo.
Y sin aguardar más resuelve confundirlos. No se despoja de una sola prenda del uniforme, que esto queda para los neófitos; toma vuelo, y al llegar al borde del agua se vuelve y da el salto, pero con tan mala fortuna que los pies se le enredan en unos juncos y cae de espaldas tan largo como era enmedio del arroyo.
Al principio, nadie le concedió por aquí gran importancia al alzamiento; pero apenas comenzaron á llegar noticias alarmantes, los que viven á distancia de las poblaciones se pasaban el día en éstas, ávidos de saber las últimas noticias del movimiento y llenos de una gran incertidumbre, pues luchaban entre la idea de abandonar sus bohíos, con sus animales y sus siembras, ó aguardar en el campo la terminación de este movimiento.
Le dio un vuelco el corazón: era la voz de su madrastra. Al instante se abrió el ventanillo y le preguntaron: ¿Qué deseaba V.? ¿La señora viuda de Rivera?... Sí señor dijo la criada abriendo la puerta. En aquel momento Miguel estaba, sin saber por qué, completamente sereno. ¿Cómo es su gracia? Miguel Rivera. Voy a avisar: tenga V. la bondad de aguardar un instante.
D. Fadrique determinó, pues, aguardar con calma, sin dejar de estar á la mira. Al mismo P. Jacinto no le insinuó ningún aviso que pudiera servirle de regla de conducta. Se fió por completo, de su buen natural, y le dejó seguir libremente sus propias inspiraciones. La prudencia del Comendador se vió coronada del éxito al cabo de pocos días.
Los mozos se pusieron serios y quisieron salir para castigar al insolente; pero Quino, ilustre siempre por su prudencia, les previno que tal vez fuese una piedra extraviada y no dirigida á aquel sitio y que sería mejor aguardar á que secundasen. Todos escuchan con respeto estas juiciosas palabras y las aprueban. Pero el belicoso Bartolo, sediento siempre de pelea, no pudo contenerse.
Y otra que le conocia mas: Buenas tardes, señor Memnon; de veras, señor Memnon que me alegro mucho de veros: ¿cómo es que estais tuerto, señor Memnon? y dicho esto, se fué sin aguardar respuesta. Agazapóse Memnon en un rincon, esperando á poderse echar á los pies del monarca.
El recuerdo de los que esperaban al compañero muerto les daba nuevas energías. También ellos tenían sus churumbeles que podían aguardar el pan eternamente si daban un mal paso: ¡adelante! ¡adelante! Y con el valor audaz que da la lucha por los hijos, los dos mochileros avanzaban al través del peligro y de la noche. ¡Ay!
Sin aguardar respuesta echó á andar D. Fadrique, y D. Carlos, si bien con disgusto, no pudo menos de seguir sus pasos.
El maníaco marqués estaba tan tembloroso, tan desencajado y lívido como si sobre él pesase una terrible desgracia. Su confusión y dolor se aumentaron cuando Amparo le ordenó marcharse. No convenía que le viese Salabert allí. Rogó con los mayores extremos que le permitiese aguardar el fin de la aventura; pero fué en vano.
Palabra del Dia
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