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Actualizado: 12 de junio de 2025


» ¡Oh si Brunilda fuese tu alma para acompañarte en tus correrías! dice ella, ansiosa de seguirle. » Es siempre por ella que se inflama mi coraje contesta el héroe. » Entonces, ¿serás Sigfrido y Brunilda juntos? » Allá dónde yo me halle, los dos estarán presentes. » ¿La roca donde yo te aguardo quedará entonces desierta? » ¡No!

Y con el trato frecuente que las dos señoras tenían, doña Silvia llegó también a ejercer gran influencia sobre su amiga, imprimiendo en esta algunos rasgos de su fisonomía moral. Era hombruna, descarada y cuando se ponía en jarras hacía temblar a medio mundo. Más de una vez aguardó en la calle a un acreedor, con acecho de asesino apostado, para insultarle sin piedad delante de la gente que pasaba.

La puerta se cerró tras del improvisado cirujano y comadrón, y todo Campo Rodrigo se sentó en los alrededores de la cabaña, fumó su pipa y aguardó el desenlace de la tragedia.

La niña de formas graciosas pero indecisas se convirtió durante aquel invierno en una joven de elevada estatura, de gallarda y noble presencia. Nolo quedó sorprendido y confuso al verla. No supo hablarle como antes. Demetria no volvió á parecer por la Braña. En vano el zagal la aguardó una y otra semana con valiosos regalos adquiridos á costa de no pocos trabajos y riesgos.

En el modo de morir A entrambos he de imitar, Porque el hierro ha de acabar Y la hambre mi vivir! Primero dare á mi pecho Una daga que este pan, Que á quien vive con afan Es la muerte de provecho. Qué aguardo? cobarde estoy! Brazo, ya os haveis turbado? Dulce esposo, hermano amado, Esperadme que ya voy!

En vez de buscar a Juanita en la antesala, la aguardó en el zaguán, sin entrar en la casa hasta que saliese Juanita para irse a dormir a la suya. Juanita no temía a nadie ni nadie se le atrevía, y se iba sola, aunque las calles estuviesen oscuras. Su casa, además, no estaba lejos.

Una hora hace que te aguardo. Ya lo habría dejado para mejor ocasión si no fuese porque tengo que pedirte un gran favor, contando con tu amistad. Ya sabes, Felipe respondió Amaury, que te considero como mi mejor amigo. Así, no habrás de enojarte por lo que ahora te diré. ¿Tienes que pagar una deuda de juego o batirte en duelo?

Afirmas que a esa muchacha le ha sido arrebatada la virginidad. ¿Lo jurarías? ¿La has examinado , antes del rapto? ¿Has presenciado el despojo? Calle, calle, señora; se lo ruego. Qué he de callar.... Me gustan las cosas claras. ¿Es que la verdad te asusta? La duquesa aguardó. El obispo no supo qué contestar. Comenzaba la dama a dominar al prelado.

En vano aguardó largo rato: la voz fue haciéndose apremiante, con graciosos temblores de impaciencia, pero sin aproximarse más. Febrer se asomó a la puerta y vio a la muchacha al pie de la escalera, algo empequeñecida por la distancia, con hinchada falda azul y un sombrero de paja del que pendían cintas a flores.

Cuando terminaron las revelaciones sobre la situación de la casa, la viuda aguardó la respuesta de su hijo.

Palabra del Dia

rigoleto

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