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Actualizado: 20 de junio de 2025


1092 La ley es tela de araña -en mi inorancia lo esplico-. No la tema el hombre rico; nunca la tema el que mande; pues la ruempe el bicho grande y sólo enrieda a los chicos. 1093 Es la ley como la lluvia: nunca puede ser pareja; el que la aguanta se queja, pero el asunto es sencillo: la ley es como el cuchillo: no ofiende a quien lo maneja.

Pero él se irguió, y en tono de amargo reproche, replicó: Seré muy desgraciado entonces, pero la causa de mi desgracia serán ustedes, con su terquedad ridícula y su odio injustificado. ¿Qué te parece? mira que Pablo Aquiles tiene una paciencia de santo, pero al oír aquello no se pudo contener, y eso que le aguanta cosas al muchacho, que parece mentira.

Con tal que te deje hablar, aguanta desprecios y desaires. Hago mención de este diálogo que tuvimos la condesa y yo, para que comprenda el lector la razón de la extraña visita que hice a doña María un día después de aquel de tanto ruido en que ocurrió lo que acabo de contar.

Pongo, pongo.... Pero a me están embromando también a cada rato con las primas..., y hay que aguantar, que no lo hacen con mala intención; es por reírse un poco. Hay bromas de bromas, y a me parecen delicadas para un sacerdote las que tocan a la honestidad y a la pureza. Si aguanta uno por respetos humanos esos dichos, acaso pensarán que ya tiene medio perdida la vergüenza para los hechos.

Y también nos llevarán poco dinero, que aquí se come barato. Pero mucha paciencia, amigo mío, que aquí se aguanta mucho. No hubo sin embargo remedio: mi amigo no daba cuartel, y estaba visto que tenía capricho de comer mal un día.

Las cinco; Cristeta no viene y la niñera endereza los pasos hacia la Carrera de San Jerónimo; don Juan no aguanta más y, colocándose junto a ella, le habla de este modo: Cuerpo bonito..., ¿vamos de retirada? Parece que hoy no ha salido la señorita. ¿Y a usted qué se l'importa? No te atufes, mujer; cuando te lo pregunto, por algo será. Es que yo no quién es ustéz. ¿Crees que te voy a comer?

¡Pero qué infame! volvió a decir Fortunata, mirando a su tía con los ojos llenos de lágrimas . ¿Pues no ha tenido el atrevimiento de decirme, entre bromas y veras, que yo estaba enredada con Ballester? De seguro que no lo cree. Aguanta, que todo te lo tienes bien merecido. Ni vengas a que yo te consuele... Acudiendo con tiempo, no digo que no.

Pero transcurría el tiempo; la mujer despreciada adquiere mayor valorización a cada vuelta de sol; y el deseo, al renacer en las entrañas, las araña como un demonio implacable, diciendo burlonamente a cada zarpazo: «Toma, hombre aislado; toma y aguanta, ya que eres el más fuerte...». Despertó Ojeda al día siguiente con los sonidos de la música, que daba su concierto matinal.

71 Yo primero sembré trigo y después hice un corral, corté adobe pa un tapial, hice un quincho, corté paja... ¡la pucha que se trabaja sin que le larguen un rial!. 72 Y es lo pior de aquel enriedo que si uno anda hinchando el lomo se le apean como un plomo... ¡quién aguanta aquel infierno! si eso es servir al gobierno, a no me gusta el cómo.

No atreviéndose á pronunciar una sola palabra, miráronse los tres sobrecogidos cuando notaron que el monstruo se acercaba á paso de gigante. Entonces perdieron la brújula; gritó Pipa «¡aguanta!» y se dieron á correr pensando que el mundo se acababa.

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