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Actualizado: 21 de mayo de 2025


En un gran gabinete situado junto a mi dormitorio, había igualmente otra mesa para que los caballeros pudieran cenar a media noche con toda libertad. Todo esto me dio mucho trabajo ciertamente, pero yo lo hice con mucho gusto y todo salió perfectamente. Todo el mundo se retiró a la hora conveniente; estuve bastante agitada y no fui yo seguramente la única.

Grande fue la sorpresa de la anciana y del moro al verla aparecer a la mañana siguiente muy temprano, agitada, trémula, echando lumbre por los ojos. El diálogo fue breve, y de mucha substancia o miga psicológica. «¿Qué te pasa, Juliana? le preguntó Nina tuteándola por primera vez. ¿Qué me ha de pasar? ¡Que los niños se me mueren! ¡Ay, Dios mío, qué pena! ¿Están malitos?

Echó pie a tierra, se puso en un brazo las riendas del caballo y, sin ofrecer el otro brazo a su compañera, se metió en las espesuras que rodean al parque y dio unos cien pasos en silencio seguido por la joven temblorosa y agitada y que, con el corazón oprimido por aquel tono de burla, trataba en vano de contener dos gruesas lágrimas que rodaban bajo sus anteojos azules.

Pasó una noche muy agitada y por la mañana se encerró en su estudio y, de memoria, hizo un boceto de Herminia sobre el terraplén. Trabajó durante cuatro horas con ardor y cuando el criado vino á anunciarle que el almuerzo estaba servido, el cuadro se destacaba de un modo encantador. La cabeza solamente permanecía borrosa.

Yo estoy decidida, Lázaro. Y en vano buscaban sus ojos en el semblante del joven indicios de los sentimientos que con tanta ansiedad le pedía. El hacía esfuerzos por permanecer inmutable ante aquella santa mujer, agitada por las alternativas de un arrebato místico; y no sabiendo qué decir, dió un paso hacia la puerta.

Los gobiernos no quieren ejército: saben que es inútil para la defensa exterior de la nación, pues la fortuna nacional no permite su mantenimiento, y les basta con una organización embrionaria, que vive en pleno desorden, agitada por incesantes y contradictorias reformas, copiando los adelantos extranjeros, como una muchacha pobre imita las galas de la gran señora.

En el agua turbia de un estanque poco cuidado, en el agua agitada y cenagosa de un torrente, nada se refleja; mientras que en el haz limpia, tersa y tranquila de un lago de agua pura, el cielo, los montes, los astros, la luz, las flores y toda la gala y la pompa del mundo se retratan con tal primor, que el cielo parece allí más hondo e infinito, y la luz más clara, y las flores de color más vivo, y los montes más gallardos, y sus perfiles y contornos más graciosos y mejor desvanecidos en el sumo ambiente, y la verdura del prado más verde y más fresca.

Fue libre de día para sus obras de caridad, facilitadas por la liberalidad de los duques; fue libre de noche para las meditaciones y los rezos; ninguno tendió redes a su buena fe, ni lazos a su tranquilidad; no hubo de luchar con nadie, y, sin embargo, su espíritu se volvió contra los que le enseñaron; su vida fue agitada, y su entusiasmo decayó lentamente.

Lo único que persistió en ella, quitándole el sueño, fué la duda de si verdaderamente aquellas dos personas habían nombrado en su conversación á la señorita de Rojas. Y volvió á preguntarse muchas veces: «¿Qué tendrán esas gentes que decir de mi niña?...» Robledo pasó igualmente una noche agitada.

Por fin te encontré me dijo otra máscara esbelta, asiéndome del brazo, y con su voz tierna y agitada por la esperanza satisfecha. ¿Hace mucho que me buscabas? No por cierto, porque no esperaba encontrarte. ¡Ay! ¡Cuánto me has hecho pasar desde anoche!

Palabra del Dia

ancona

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