Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 15 de junio de 2025


Se cruzó con el hombre «fúnebre y misterioso», su vecino de camarote, vestido de luto como siempre y con el rostro cuidadosamente afeitado. Apenas dobló su digna tiesura con una ligera inclinación de cabeza. Luego envolvió a Maltrana en una ojeada fugaz de sus pupilas azules y duras, y siguió adelante, contestando con voz seca: «Bonjour, monsieur».

Era el párroco un hombre de cincuenta años de edad próximamente, alto, seco, moreno, cabellos negros aún, revueltos y crespos, los ojos vivos y severos, la expresión de su rostro franca y resuelta. A pesar de la dureza que en él se notaba inspiraba confianza y simpatía desde luego. Parecía un veterano afeitado y con los hábitos de sacerdote. Su casa estaba próxima.

Se encontraban a menudo cavando cada cual con los ojos en el rostro del otro para encontrar el secreto.... Pero nada de palabras. Doña Paula encogía los hombros y Froilán reía pasando la mano por las barbas de puerco-espín que tenía debajo del mentón afeitado. Allí lo serio era el dinero. Las cuentas siempre ajustadas, limpias. Froilán era fiel por conveniencia y por miedo.

Una tarde vio Pepe entrar en la biblioteca del Senado un caballero como de cincuenta años, alto, canoso, con el rostro enteramente afeitado y de aspecto excesivamente limpio, que dirigiéndose al principal encargado, le dijo: Vengo a pedir a Vd. un favor. ¿Podrá Vd. recomendarme uno de estos muchachos que tiene Vd. aquí, a sus órdenes, para que venga unas cuantas mañanas a mi casa y me ayude a poner en orden mi librería?

Batiste fué afeitado con bastante suerte, mientras escuchaba, hundido en el sillón de esparto y teniendo los ojos entornados, la lectura del «maestro», hecha con voz nasal y monótona, sus comentarios y glosas de hombre experto en la cosa pública. No sacó mas que tres raspaduras y un corte en la oreja. Otras veces había sido más. Dió su medio real, y se metió en la ciudad por la puerta de Serranos.

Los grupos volvieron sus espaldas á la poetisa, olvidándola. Un músico joven, afeitado y con largas guedejas, que pretendía imitar la fealdad «genial» de algunos compositores célebres, se sentó al piano é hizo correr sus dedos sobre las teclas. Dos muchachas acudieron con aire suplicante, poniendo sus manos sobre las del pianista.

Las tres prendas eran azules, sin la más leve variación en su tono, escogidas con exactitud, como si este hombre pudiese sufrir crueles molestias saliendo á la calle con la corbata de un color y los calcetines de otro. Sus guantes tenían el mismo amarillo obscuro de sus zapatos. Ferragut pensó que este gentleman, para ser completo, debía llevar el rostro afeitado.

Sería como de unos cincuenta y cinco años, de cabellos grises, bien afeitado y llevaba puesto un sombrero de copa de una forma algo eclesiástica; era en conjunto un hombre de aspecto más bien agradable, a pesar de sus delgados labios sensitivos y de su cara de una palidez ascética.

Se detuvo el carro, y poco a poco fue saliendo de la parte delantera otro viejo, incorporándose trabajosamente con las riendas en la mano. Parecía el Padre Eterno. Sus barbas amplias de plata se extendían sobre el pecho y formaban una aureola de blancos vellones en torno de sus mejillas sonrosadas. El labio superior, cuidadosamente afeitado, era lo más limpio de su rostro.

A me regaló su libro La Hacienda de España y modo de reorganizarla. Yo lo recuerdo como si fuera ahora. Era un señor grueso, alto, con la cara llena, todo afeitado... Pausa ligera. Suenan las fichas sobre los mármoles; el pianista preludia una melodía.

Palabra del Dia

irrascible

Otros Mirando