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Actualizado: 6 de junio de 2025
Mientras los barqueros desamarraban á toda prisa sus embarcaciones para operar el salvamento del náufrago, los perseverantes pescadores continuaban esperando tranquilamente el bienhechor movimiento que les advertía de la captura deseada. Por otra parte, ningún hombre es más fuerte que el pescador contra las adversidades del destino.
Me habían dado un excelente caballo, habituado a la montaña, y el compañero montaba una mula escogida. Cada vez que divisábamos un camino medianamente plano, galopábamos hasta que la subida sofocaba a la bestia o el descenso nos advertía que no estaba lejano el momento de rompernos la nuca. ¡Qué cuesta aquélla para salir del valle profundo de Villeta y transponer la montaña que lo rodea!
No otra cosa le empujó a ello que el parecido, que ahora advertía claramente, entre éste y la niña recogida. Por lo demás, o porque su excesivo orgullo le vendase los ojos, o porque Amalia había sabido tenerle engañado, jamás advirtió entre ellos más que una fría y ceremoniosa amistad que nada tenía de ofensiva.
Andrés lo advertía con disgusto, porque deseaba tomase sus palabras en serio. Yo te quiero mucho, Rosa; más de lo que tú piensas... Y ¿para qué me quiere usted? preguntó volviendo hacia él su rostro y mirándole fijamente. Andrés quedó un instante suspenso. Te quiero... yo no sé por qué te quiero... No lo puedo remediar.
Serían las once cuando la señora Pepa se presentó en el cuarto de la tullida, enjugándose el rostro con el reverso de la mano. Sobre su frente baja y achatada, y en su grosera faz de Cibeles de granito, se advertía una preocupación, una sombra. ¿Cómo va?
Poco á poco llegó á advertir en sí los alientos propios de su capacidad social y financiera; se tocaba, y el sonido le advertía que era propietario y rentista. Pero la vanidad no le cegó nunca. Hombre de composición homogénea, compacta y dura, no podía incurrir en la tontería de estirar el pie más del largo de la sábana.
Esta frase se fué repitiendo en voz baja por todo el ámbito del teatro. El hijo del Perinolo era un joven pálido, de ojos negros, que gastaba larga melena. No se advertía más en la media luz que reinaba. Era para él gran fortuna.
Se conocía a la legua que su espíritu se hallaba profundamente impresionado por la estatuaria griega, y que adoraba en ella el sentimiento de la medida, la vida en el reposo, la grave serenidad, el desdén de los efectos. Pero este desdén, que se advertía demasiado en el grupo del joven escultor, en concepto de los amigos de Rivera le perjudicaría mucho para el éxito en el certamen.
¿Por qué no, si la voz que me advertía era dulce y el corazón tierno? Pues yo pido que me dejen morir con la ilusión de la vida. Y yo exclamé pido que deje usted a un lado esos crespones fúnebres y esos trágicos deseos para gozar en paz de su juventud y de la fiesta de esta hermosa noche que nos ofrece la benévola Naturaleza...
El único ruido que se oía a todas horas, desde que, hacía ya diez años, se había abierto la clínica, era tan regular, suave y metódico, que no se advertía, como no se advierten los latidos del corazón o el acompasado sonido de un péndulo. Lo producía un enfermo que llamaba a la puerta cerrada de su habitación.
Palabra del Dia
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