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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Ya no estaba seguro, casi, de amar a Magdalena, a tal extremo la idea de nuestro antagonismo que me obligaba a ver en ella un adversario, substituía a toda otra emoción y me llenaba el corazón de malas pasiones.
Toribión, así que hubo errado el golpe, levantó de nuevo la tranca; pero antes que tuviese tiempo á descargarla se le anticipó con increíble presteza el de la Braña y le atizó un estacazo en la cabeza que le obligó á tambalearse. Reponiéndose instantáneamente volvió sobre su adversario como un león hambriento ó un jabalí que necesita abrirse paso.
El maestro de armas sólo contestó con un ligero movimiento de sorpresa y un serio saludo. Señor replicó la señora de Maurescamp, cuya palabra era al mismo tiempo precipitada e indecisa , señor, ya comprenderá nuestra ansiedad... ¿Puede decirnos algo para tranquilizarnos? Perdón, señora, ¿puedo saber quién es el adversario? El adversario es el señor de Lerne.
En realidad, hacía mucho hincapié en este asunto, porque era sabedor de que el periodista moderado pensaba elegir el sable, no porque lo manejase con gran destreza, sino porque, dada su estatura y corpulencia, debía llevar ventaja al adversario. Los padrinos de aquél defendían con igual tesón su derecho, por ser el ofendido. A las diez de la noche aún no habían podido arreglarse.
Chorreando barro y agua, salió de la acequia, subió la pendiente por el mismo sitio que su adversario; pero al llegar arriba no le vió. En la tierra seca se marcaban algunas manchas negruzcas, y las tocó con las manos. Olían á sangre. Bien sabía él que no había errado el tiro. Pero en vano buscó al contrario, con el deseo de contemplar su cadáver.
Pero consideraba indispensable imitar á este rudo adversario, para que las condiciones del combate fuesen iguales. Mientras se despojaba de la parte superior de su uniforme, se abrieron en la penumbra lunar del jardín las rojas estrellas de varias antorchas.
El galán quedó mortalmente herido en su propia casa, y sólo por un milagro de la cirugía pudo salvar la existencia. Sabía ese lance de mi padre dijo doña Luz , pero ignoraba quien fue su adversario y la causa del lance. Prosiga V., Sr. D. Gregorio. Ya que sabe V. que el galán era el señor Marqués, su padre de V., seguiré este relato designándole con su nombre.
No alcanzó a más su sagacidad, y aun esto le repugnó sobremanera, pues toda tardanza se le antojaba complicidad en el mal y todo fingimiento le parecía indigno del noble fin a que enderezó la voluntad. Era fogoso, arriscado; mas adivinando en su hermano un terrible adversario, comprendió que las circunstancias ponían trabas a su celo.
Cuando subió al carruaje le apretaron la mano con gran afecto y le enteraron de las condiciones del duelo; a veinticinco pasos avanzando y disparando cuando quisieran. Aquel negocio era bastante más grave que todos los demás en que habían intervenido. Gonzalo los escuchó tranquilamente. Sólo indicó que hubiera deseado que fuese a sable: tendría gusto en hallarse más cerca de su adversario.
Llegó don Matías y, efectivamente, me recibió con frialdad y como con cierto alarde de no darme importancia. Este joven insignificante para mí no existe era lo que parecía querer dar a entender aquel señor. Don Matías era, aunque no de una manera ostensible, mi adversario. Hacía como si no me notara, por mi insignificancia; pero yo, a través de su aire indiferente, le sentía hostil.
Palabra del Dia
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