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Actualizado: 10 de julio de 2025


¡Señor cura! exclamaba yo impaciente ¡hum, hum! no es un argumento muy convincente. Permitidme, permitidme contestaba el buen hombre, perturbado en el saboreo de su comida; creo que la señora de Lavalle va más allá de su idea al emplear esta expresión: agentes del diablo; pero también es cierto, que hay muchos hombres, que no son acreedores de una gran confianza.

Sólo le restaban a Febrer unos miles de duros: tal vez no llegarían a quince; pero mejor era esto que vivir en su antiguo ambiente de gran señor sin tener que comer y sometido a las exigencias de los acreedores. «Ya es hora de que vuelvas. ¿Qué haces ahí? ¿Vas a estar toda tu vida como un Robinsón en esa torre de piratasDebía volver inmediatamente, para vivir en alegre modestia.

Confuso, absorto, y rendido al peso de su sentimiento, se volvia medio muerto á su casa, y al ir á entrar, la encontró llena de alguaciles y escribanos que cargaban con los muebles á nombre de sus acreedores.

Los bueyes, chico con grande, a no ser hijos de las vacas flacas, siempre serían bueyes; pero las pesetas nuevas no son como las antiguas, y el día en que la acuñación de la nueva moneda esté terminada, podremos asegurar que en vez de deber, por ejemplo, 20.000 millones de reales, deberemos 19.000, a no ser que la alteración de la moneda no rece con los acreedores del Estado, y les sigamos pagando los intereses con arreglo a la ley antigua.

Era la fuga del banquero Morte copiada en miniatura. Además, se hablaba de que el señor Cuadros había comprometido en su ruina los ahorros de don Eugenio, confiados a su custodia, y todos se compadecían del pobre viejo. Podían esperar sentados los acreedores de Cuadros a que éste volviese.

Por otra parte los acreedores, y los que persiguen a su mujer de usted, saben por su conducto si usted ha salido, si ha vuelto, si se niega, o si está realmente en casa. ¡Qué multitud de atenciones no tiene sobre el zapatero! ¡Qué tino no es necesario en sus diálogos y respuestas! ¡Qué corazón tan firme para no aficionarse sino a los que más le pagan!

Febrer no era ya más que el conserje de su propia casa. Y también pertenecían a los acreedores los cuadros italianos y españoles que adornaban las paredes de dos gabinetes inmediatos; los muebles antiguos con sedas rapadas o rotas, pero de hermosas tallas; todo, en fin, lo que conservaba algún valor entre los restos de la secular herencia.

Huía de la ruina, perdida la herencia de sus padres, perdido el crédito, deshonrado por deudas a las que daban sus acreedores un carácter delictuoso; todo ello por querer innovar con arreglo a sus estudios una agricultura estacionaria casi igual a la de los primeros tiempos de la humanidad.

Y adviértase que en las alabanzas de los señores que pasaren, que es mesa redonda , que cada uno de por hace cabecera, y que no es pleito de acreedores, que tienen unos antelaciones a otros.

Descubrió este en su amo excelente índole, mucha rectitud y una sana razon, y sentia ver que adorase el exército celestial, quiero decir el sol, la luna y las estrellas, como era costumbre antigua en la Arabia; y le hablaba á veces de este culto, aunque con mucha reserva. Un dia por fin le dixo que eran unos cuerpos como los demas, y no mas acreedores á su veneracion que un árbol ó un peñasco.

Palabra del Dia

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