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Actualizado: 14 de mayo de 2025
Con igual ahínco acometía la más fácil como la más difícil empresa, y ya le hemos visto aparecer en esta historia acompañando a la célebre aventurera italiana Donna Olimpia de Belfiore. Con gusto entró Pedro Carvallo en más arduo y noble empeño.
El toro, cada vez más furioso por el engaño, acometía al lidiador, y éste repetía los pases de muleta, moviéndose en un limitado espacio de terreno, enardecido por la proximidad del peligro y las exclamaciones admirativas de la muchedumbre, que parecían embriagarle. Gallardo sentía junto a él los bufidos de la fiera; llegaban a su diestra y a su rostro los hálitos húmedos de su baba.
Un mancebo á la lancha acude luego, Y por la mar adentro la metia, Nadando por el agua, y pega fuego, Que en breve por la lancha se encendia. El Luterano está de miedo ciego, El Cristiano con fuerza acometia; Rodaban los ingleses por el suelo, Que ayuda á los cristianos Dios del Cielo.
El bufón no hablaba una sola palabra; acometía en silencio, y de tiempo en tiempo salían de su pecho rugidos poderosos, sordos; hálitos abrasadores, con los que parecía querer comunicar á su acero la fuerza de su rabia. Ved que me canso, tío repitió Quevedo. El tío Manolillo redobló su ataque. ¡Ah! dijo Quevedo ; ¿conque os empeñáis, hermano? pues señor, descansemos.
Un mozo que iba a pie, viendo caer al encamisado, comenzó a denostar a don Quijote, el cual, ya encolerizado, sin esperar más, enristrando su lanzón, arremetió a uno de los enlutados, y, mal ferido, dio con él en tierra; y, revolviéndose por los demás, era cosa de ver con la presteza que los acometía y desbarataba; que no parecía sino que en aquel instante le habían nacido alas a Rocinante, según andaba de ligero y orgulloso.
Pero el médico quedó con el brazo en alto al reconocer al hombre que le acometía. ¡Tú!... ¡tú!... gritó con una voz que parecía desgarrarle la garganta.
Escuchole sorprendido y risueño. En sus ojos verdosos chispeaba una alegría burlona observando con qué furor Tristán acometía toda la obra literaria de Rojas. En verdad que no le dejó hueso sano. Como si se hallase bajo el resquemor de un agravio personal se mostró tan excesivo en sus críticas, tan descompuesto y exasperado que producía un efecto cómico. Núñez soltó la carcajada.
De vez en cuando algún admirador salía al balcón ofreciendo el jarro á su poeta, y éste, después de largo trago, acometía con nueva fuerza sus canturrias. A media tarde, cuando gran parte de la plaza estaba en la sombra, corrió á ella la gente, oyendo el silbido del chistu, que hacía locas escalas, acompañado por el monótono baqueteo del tamboril. Los versolaris se ocultaron.
Era que le acometía la pícara idea de que alguien entraba o quería entrar en la casa con intenciones de robarle su honor.
Solamente que en las antiguas novelas, el hombre dechado era el que por amor a las nobles ideas de justicia y caridad acometía empresas superiores a sus fuerzas. En las modernas es el que por temor al ridículo se abstiene de todo entusiasmo y de toda acción generosa.
Palabra del Dia
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