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Actualizado: 28 de mayo de 2025
«Después me levanté y quise acercarme a Magdalena; pero su padre me salió al paso y me dijo: » Ahora duerme; no vayas a despertarla. »Y llevándome a la antesala, agregó: » Ya ves, Amaury, que es indispensable tu partida. Si eso hubiese sucedido en mi ausencia, si yo no llego a estar aquí para dirigirte, ¡sabe Dios lo que sería de Magdalena a estas horas! Sólo el pensarlo me aterra.
Como me había visto acercarme a su casa, salió a recibirme hasta el portal con una ropilla casera, poco más que de verano, a pesar de la frescura invernal del ambiente que corría; pero con buenos abrigos de carne blanca y rolliza que le asomaba en ronchas por los puños recogidos de su camisa de dormir y por encima del leve cuello de la americana.
Tuve tentaciones de acercarme a ellas y entablar conversación, pero vacilé durante tres o cuatro vueltas, y cuando iba a decidirme a ello, se fueron a buscar la calesa para trasladarse a casa. Al día siguiente por la mañana no las vi. El que escanciaba el agua me dijo que habían estado.
Por otra parte, me era preciso acercarme a esa beldad para conocer la fuerza del poder que la tiene enajenada. En fin, todo está conocido; todo se remediará.
Por la tarde tuve ocasión de acercarme á Enriqueta de quien supe varios detalles de su vida.
Sólo cuando llegó el primer descanso de los cantantes pude acercarme a ella y obligarla a recibir mi saludo. Vengo a pedirle un lugar en su palco le dije poniéndola a medias en una mentira, a menos que ese puesto no esté destinado al señor De Nièvres. El señor De Nièvres no vendrá respondió Magdalena volviéndose del lado de la platea. Se ponía en escena una obra maestra, inmortal.
Penetrar los misterios de aquella arca santa; ver lo que existía dentro de aquel venerable estuche de recogimiento, de piedad, de silencio, de modestia, de santa unción; acercarme y coger con mis manos aquella imagen celestial de mujer canonizable; alzarle el velo y mirar si había algo de humano tras los celajes místicos que la envolvían; coger para mí lo que no estaba destinado a ningún hombre y apropiarme lo que todos habían convenido en que fuese para Dios... ¡Qué inefable delicia, qué sublime encanto!... ¡Ay!, fingí, engañé, burlé... Maldita familia... Luchar con ella es luchar con toda una nación... Para atacarla toda la inteligencia y la astucia toda no bastan... Mil veces sea condenada la historia que crea estas fortalezas inexpugnables.
Yo pude libertarme de la ambición y de la codicia, pude desdeñar y desdeñé gloria, poder y riqueza. El amor de la mujer quedó, no obstante, firme en contra mía, atajando el camino por donde ansiaba yo acercarme a la reconciliación suprema. Disípense en buena hora como niebla o como humo todas las proezas de que me sentí capaz y que realicé o soñé.
En efecto, tuve valor para acercarme y ver.... Una estrecha escalera de piedra bruta descendia de la abertura ó puerta, practicada al pié del muro, al fondo de una cueva ó sótano húmedo y pestilente, sin mas luz que la muy confusa que entraba de la calle por entre los barrotes de una reja de hierro.
Una raya de luz más clara caía sobre una ancha escalera cuyas gradas gastadas descansaban en pilastras de piedra. Altas puertas de roble, arqueadas, conducían a diferentes habitaciones, pero no me atreví a acercarme a ninguna de ellas: se me figuraban las puertas de una prisión.
Palabra del Dia
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