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Actualizado: 17 de mayo de 2025
En platos cóncavos de loza servían las criadas da la taberna las negras y aceitosas morcillas, el queso fresco, las aceitunas partidas, con su caldo en el que flotaban olorosas hierbas; y sobre las mesas veíase el pan de trigo nuevo, los rollos de rubia corteza, mostrando en su interior la miga morena y suculenta de la gruesa harina de la huerta.
Venturita, sentada ya, se atracaba de aceitunas, tirando los huesos a su hermana y haciéndole guiños provocativos, mientras ésta, con las mejillas encendidas y los ojos brillantes, se llevaba el dedo a los labios pidiéndole discreción. Don Rosendo había ido a ponerse la bata y el gorro, sin los cuales le habría hecho daño la cena.
Los sentimientos poéticos, cuando se desenvuelven al aire libre y enmedio de los bosques, son excelentes para facilitar la secreción del jugo gástrico. Por eso tanto ninfas como faunos asaltan con bríos, antes de sentarse a la mesa, las aceitunas, los pepinos, las rajas de salchichón.
Si hemos de vivir con la opinión, dice nuestro Séneca, jamás seremos ricos; si con la naturaleza, jamás seremos pobres. Yo sé decir que nunca he visto emprestar a los usureros para comprar aceitunas, pan o queso. Siempre vi que el uno lo busca para caballos, el otro para galas, el otro para rameras.
Llegar a las aceitunas era también otra locución con que nuestros abuelos expresaban que había uno presentádose a los postres en un convite, o presenciado sólo el final de una fiesta. Aceituna zapatera llamaban a la oleosa que había perdido color y buen sabor y que, por falta de jugo, empieza a encogerse.
Mire usted: nos darán en primer lugar mantel y servilletas puercos, vasos puercos, platos puercos y mozos puercos; sacarán las cucharas del bolsillo, donde están con las puntas de los cigarros; nos darán luego una sopa que llaman de hierbas, y que no podría acertar a tener nombre más alusivo; estofado de vaca a la italiana, que es cosa nueva; ternera mechada, que es cosa de todos los días; vino de la fuente; aceitunas magulladas; frito de sesos y manos de carnero, hechos aquéllos y éstas a fuerza de pan; una polla que se dejaron otros ayer, y unos postres que nos dejaremos nosotros para mañana.
Como el alboroto, que promueven, va creciendo por momentos, acude un vecino á averiguar la causa, y sabe que se trata del precio, á que se han de vender ciertas aceitunas, que no existirán hasta que transcurran muchos años, y se esfuerza en apaciguar tan ridícula disputa. Otro paso refiere una graciosa astucia de dos rateros.
Ya lo sabe el curioso impertinente. Gracias a Dios que hoy nadie nos ofrece ración tasada y que hogaño nos atracamos de aceitunas sin que nos asusten frases. ¡Lo que va de tiempo a tiempo! Hoy también se dice: aceituna, una; mas si es buena, una docena.
Algunas noches se llena la casa de guitarristas y bailaoras: cuantas muchachas de Sevilla aprenden el cante y el baile. Con ellas van sus maestros y sus familias y hasta los más remotos parientes; todos se hinchan de aceitunas, de salchichón y de vino, y doña Sol, sentada en un sillón como una reina, pasa las horas pidiendo baile tras baile, todos los de la tierra.
TERNERA A LA ITALIANA. Esta ternera se prepara y hace por la misma fórmula que la ternera con aceitunas, sino que en lugar de que en aquella se agregan aceitunas, aquí se agregan macarrones finos; al servir la ternera se colocan los macarrones alrededor de la ternera.
Palabra del Dia
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