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Actualizado: 20 de junio de 2025
Dejábase acariciar por la mano distraída de Fernando, pero de pronto huía de él y se arrojaba de cabeza en el regazo de la madre, permaneciendo con los brazos extendidos, cual si pretendiese ser para ella un escudo protector.
La niña estaba alegre, satisfecha: Miguel la sacaba a bailar con más frecuencia que a las otras: luego procuraba colocarse a su lado para tenerla cogida de la mano, que se complacía en apretar suavemente y acariciar. Después de bailar uno frente a otro, los jóvenes tenían la costumbre de abrazarse un instante al concluir.
Pero estos inicuos animalejos le habían declarado una guerra cruel; no perdonaban medio de molestarle y exasperarle, consiguiendo á veces ponerle en un estado de irritación vecino de la locura. Los rasgos sobresalientes de su carácter eran la honradez y la independencia. Mas no dejaba de ser afable con todo el mundo y se dejaba acariciar de cualquiera, aunque sin hacer aspavientos.
Los toros pacían por allí de una manera perfectamente bucólica, dejándose acariciar de los vaqueros y de los visitantes. ¿Y éstas son las fieras? dije yo. ¡Hombre! me contestaron . ¿Qué quiere usted que hagan aquí? Ya las verá usted en la plaza...
Todo esto se lo decía en voz gutural don Custodio á su vecino Ben Zayb gesticulando, encogiéndose de hombros, consultando de tiempo en tiempo con la mirada á los demás que hacían movimientos ambiguos de cabeza. El canónigo Irene se permitía una sonrisa bastante equívoca que medio ocultaba con la mano al acariciar su nariz.
Espero que los jabalíes consigan interesarlo y distraerlo más que yo agregó. Precisamente voy en busca de un jabalí dije, y de los más feroces y corpulentos y luego, sin poderlo remediar, me puse a acariciar sus cabellos, pero ella apartó la cabeza. ¿Estás irritada conmigo? pregunté fingiendo sorpresa y deseoso de aumentar un tanto su enojo.
Se dejó acariciar el marqués, sonriendo humildemente, con una expresión de gratitud que recordaba la de un perro fiel y bueno. Elena acabó por separarse de su marido; pero antes de salir de la biblioteca hizo un gesto como si recordase algo de poca importancia, y detuvo su paso para hablar. ¿Tienes dinero?... Cesó de sonreir Torrebianca y pareció preguntarle con sus ojos: «¿Qué cantidad deseas?»
Estaba guiada y protegida por el marqués Gianori, ese viejo verde teñido y estirado y que tiene un modo tan alarmante de acariciar los dedos del que le da la mano. El guardián no era, pues, muy temible; hice que me presentaran á la encantadora italiana y el día siguiente fui á dejar mi tarjeta en su casa.
Y el joven la vio cómo se abría paso entre el gentío, seguida de las dos campesinas; como se detenía ante los puestos, acogida por una sonrisa amable de los vendedores cual parroquiana que no regateaba jamás; cómo se interrumpía en sus compras para acariciar los niños sucios y aulladores que las pobres mujeres llevaban al brazo, sacando de su cesta las mejores frutas para dárselas.
Y con un gesto de soberbia, parecían abrir entre ellas y el médico un abismo que nunca había de llenarse, que le condenaba á eterna separación de lo que él consideraba su familia. ¡Cuántas veces, creyendo acariciar á una mujer, besaba á una estatua fría que se entregaba á él con rigidez de autómata!
Palabra del Dia
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