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Actualizado: 20 de julio de 2025
Supo encontrar la villa Dandolo y cayó en medio de la familia extrañada, sin más emoción que la que experimentaría al salir de su habitación. Germana le saltó al cuello y le colmó de ternezas; él se dejaba acariciar como un perro que juega con un niño. ¡Qué bueno es usted! le dijo . Ha sabido que yo estaba en peligro y ha corrido a verme. ¡Toma!
Las narices se inflaban, y sorbían con delicia el aroma que la diosa Fortuna desparramaba en la sala, como oxígeno vivificante, estímulo fugaz de cansados pulmones; regocijábanse los ojos, y las manos sentían cosquilleos extraños, impulsos poderosos de pasearse sobre las mesas y tocar y acariciar tanta riqueza acumulada, y revolcarse en aquel lecho voluptuoso, poseídas de una sensualidad irresistible.
Y todavía quiso añadir más cuidados a los de Santiago: mandó traer un calorífero y ella misma se lo puso debajo de los pies; después le envolvió las piernas en una manta y le puso en la cabeza una gorra de terciopelo. Los niños revoloteaban en torno de la butaca, acariciándole y dejándose acariciar de su tío.
Le parecía verse ya, en compañía del ilustre Eneene, hundiendo las pecadores manos en las arcas recién llegadas, acariciar las flamantes monedas y atiborrarse de ellas los bolsillos, glotonamente.
La temperatura, determinada no ya por la latitud, sino por la elevación, empieza a variar; la transpiración se detiene, ráfagas frescas comienzan a acariciar el rostro, y la presión atmosférica, haciéndose más leve, dificulta un tanto la respiración para el pulmón habituado al aire compacto de la tierra caliente.
La cigüeña se dejó acariciar y mostró la satisfacción y el gusto que aquellas nobles caricias le causaban, entornando los párpados como si se adormeciese y restregando suavemente el largo cuello sobre la vestidura de la linda dama. Pasó ésta la mano por el cuello de la cigüeña, bajándola hasta el ancho buche, cubierto todo de abundantes y blancas plumas.
Diez años contaba apenas cuando pasó á Europa con la mira de completar su educacion y perfeccionarse en la carrera de las armas, hácia la cual le llamaba su natural inclinacion, sobreescitada por el mas ardiente amor de gloria. ¿Qué otra aspiracion mas digna y santa podia acariciar un corazon huérfano y un corazon sensible como el suyo?
Y todavía quiso añadir más cuidados a los de Santiago: mandó traer un calorífero y ella misma se lo puso debajo de los pies; después le envolvió las piernas en una manta y le puso en la cabeza una gorra de terciopelo. Los niños revoloteaban en torno de la butaca, acariciándole y dejándose acariciar de su tío.
De vez en cuando, una elegante muchacha se detenía en mitad del atrio para acariciar la carita sucia de un pequeñuelo y preguntar su edad a la madre; sus compañeras la llamaban riendo y en cuanto llegaban al dintel de la iglesia todas tomaban una expresión seria y recogida. Adriana no quiso entrar en seguida.
No le pesó tanto a Miguel como era de presumir: por aquella época comenzaban a estrecharse sus relaciones singulares con Petra, y los domingos en que a la planchadora no le tocaba salir, pasaba la mayor parte del tiempo en su grata compañía. Lo único que sintió positivamente fue el verse privado de acariciar a su hermana, de la cual continuaba siendo el gato predilecto.
Palabra del Dia
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