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Actualizado: 4 de mayo de 2025
La atraería hacia mi pecho y me la llevaría, ¡poco importa adónde! en la noche, al fondo del desierto, si el sol se negaba a alumbrarnos, si ninguna casa quería darnos el abrigo de techo. Preferiría morir de hambre con ella a la orilla del camino, a implorar al mundo que quiere separarme de ella.
La espesura vegetal y agreste del techo, daba abrigo a innumerables pajarillos, alegres y satisfechos con tener allí ocultos sus nidos, mientras que el buey giraba con lento paso, haciendo resonar la esquila que le pendía al cuello y cuyo silencio indicaba al hortelano que el animal disfrutaba el dulce far niente.
Forzosamente sonríe á todas horas en la obscuridad: ya no tiene labios. Sus ojos sirven de abrigo á las prolíficas moscas de la tumba, que engendrarán millones de millones de destructores. Y este anonadamiento de algo que existió, pensó y amó está aún en sus preliminares. A los devoradores de las partes blandas sucederán los irresistibles artífices del hueso.
Pablo se dirigió hacia madama Scott: mas desde el día siguiente tuvo la sorpresa de tropezar con Juan, que vino a tomar asiento con toda regularidad en el círculo particular de madama Scott, que, como Bettina, tenía su pequeña corte. Lo que Juan buscaba allí era una protección, un abrigo, un asilo.
Si te conduce la piedad en pós de alguno de esos olvidados y pobres mártires, al abrigo de las nocturnas sombras, á la temerosa orilla donde los sayones de los Cadíes acaban de suspender como bárbaro trofeo los cadáveres de sus víctimas, tal vez herirán tus oidos los melodiosos acentos de mágicos laudes, que de uno de los macizos muros del alcázar se elevan á deshora como ténue vapor mezclándose al murmullo del agua en las azudas.
Desnoyers protestó con mal humor. ¿Marcharse?... París era pequeño para ellos por culpa de Margarita, que se negaba á volver al único sitio donde estarían al abrigo de toda sorpresa. En otro paseo, en un restorán, allí donde fuesen, corrían igual riesgo de ser conocidos.
Gracias á este anestésico considerado en el país como un manjar de origen divino podría vivir días y días, sin que el hambre ni la sed dificultasen su viaje. Buscaba al cerrar la noche el abrigo natural de las piedras ó de los muros en ruinas que revelaban el emplazamiento de algún establecimiento minero arrasado dos siglos antes.
Al fin de aquesta isla se ha pasado, Con algunos descuentos que no digo, Y el Rio de la Plata se ha tomado, Y el puerto San Gabriel de desabrigo. De allí luego pasóse al otro lado, A Buenos Aires, que es de mas abrigo, A dó fué el lastimoso acabamiento, De tanta bizarria, cual yo cuento.
Confieso que no poseo en alto grado esta virtud preciosa; yo no carezco de vanidades, y entre ellas tengo la vanidad de haber sido mendigo, de haber pedido limosna de puerta en puerta, de haber andado descalzo con mi hermanito Carlos y dormir con él en los huecos de las puertas, sin amparo, sin abrigo, sin familia. Yo no sé qué extraordinario rayo de energía y de voluntad vibró dentro de mí.
No sólo en el calado, en el abrigo, en la seguridad del puerto, cifran su orgullo los peñascos. Poseen además otra porción de ventajas naturales verdaderamente inapreciables. Existe en las afueras de la villa una fuente de agua ferruginosa que es admiración de propios y extraños, sobre todo de propios.
Palabra del Dia
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