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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Felicita cayó con un soponcio. Al recobrar el sentido, aunque casi sin fuerzas para sostenerse, pidió el abrigo, la mantilla, las botas.... ¿Qué va usté a hacer, señorita? Volar a su lado. Repare que es un hombre soltero y usté una mujer soltera, y lenguas ociosas murmuran si ustedes tienen o no tienen. Es mi prometido. No reparo en el qué dirán.
Si la rogaba, por ejemplo, se acostase en su cama, lo hacia en el suelo; si disponia que se trasladase á otra habitacion mas decente y ventilada, cerraba con mas fuerza los cerrojos de la en que estaba. Cuando hacia frio, desechaba las pieles y objetos de abrigo que le proporcionaban, y cuanto mas la suplicaba Luis Ferrer se vistiese y asease, con mas empeño andaba sucia y mal vestida.
En toda la extension de la bahia se puede fondear, porque hay buen fondo; pero las ensenadas de la parte del S ofrecen mas abrigo contra los vientos del SE, que son muy violentos.
Lleva unas botas blancas de verano, pero están muy estropeadas; el traje es de verano también, y la chaqueta, abrochada y subida, oculta el cuello juntamente con un pañuelo de seda. Estamos ya a principios de invierno, y este viejo debería llevar un traje de abrigo; pero no lo lleva. Y por eso, sin duda, tose pertinazmente, inclinando su cuerpo flaco, poniéndose la mano delante de la boca.
Don Víctor era poco más alto que Ana; don Álvaro tenía que inclinarse para que su aliento, al hablar, rozase blandamente la cabeza graciosa y pequeña de la dama. Parecía una sombra protectora, un abrigo, un apoyo; se estaba bien junto a aquel hombre como una fortaleza.
El niño seguía llorando, a pesar de que ya tenía un abrigo, unas mantillas bordadas y muy limpias, que a Bonis le parecían impropias de la solemnidad del momento y muy incómodas. «¡Oh, sí; se parecía a él en... el gesto, en el modo de quejarse de la vida! Podrían no ver los demás aquella semejanza; pero él estaba seguro de ella, como de una contraseña.
Había partido temprano, pero se había retrasado en el camino. Su indolencia la disponía a creer que la nieve dejaría de caer si esperaba bajo un abrigo caliente. Se había detenido más tiempo del que pensaba, y ahora que la noche la había sorprendido en las largas callejuelas rugosas y cubiertas de nieve, ni siquiera el ardor de la venganza podía impedir que su coraje desmayara. Eran las siete.
Pero por terrible que fuera su situación, sabía, con todo, que la presencia misma de aquellos millares de testigos era para ella una especie de amparo y abrigo. Preferible era estar así, con tantos y tantos seres mediando entre él y ella, que no verse faz á faz y á solas.
Ella con otro traje: falda ceniza y abrigo muy oscuro, de paño todo bordado; sombrero gris con gran lazo y velillo; en vez de zapatos, botas. Don Juan, que va resuelto a hablar, se acobarda viendo a la niñera. «No: los criados son enemigos, no quiero comprometerla. Pero cuando viene aquí, cuando no se va de paseo a otra parte... por algo es.»
Será porque estoy muy nerviosa. Voy por un abrigo. Se dirigió a la recámara. Mis ojos la siguieron.... A poco salió envuelta en un chal anchísimo, de felpa de seda, color de púrpura. Vea usted: exclamó, sentándose en una mecedora, cerca tenemos el castillo....
Palabra del Dia
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