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Hay un seno todo mio Donde reclino mi frente, Cuando el dolor inclemente Viene mi pecho á turbar; Hay lábios que solo se abren Á mis lábios con encanto, Y ojos que vierten un llanto Que al mio se á mezclar.

Observad que aquella región no tiene el aplanamiento de las costas siberianas, que se recorren en trineo, sino que es una montaña de mil leguas de extensión horriblemente accidentada, con profundas cortaduras, mares que se deshielan momentáneamente para helarse de nuevo, corredores de hielo que mudan de postura todos los años, se abren y se cierran á nuestro paso.

Ya se remueve un poco; una ancha inspiración hincha su pecho; sus ojos se abren intranquilos. Y luego dice con voz larga y suave: ¡Ay, Antonio! ¡Ay, Antonio! Ha llegado la unción hace un momento y han ido poniendo sobre sus ojos, sobre sus oídos, sobre sus labios, sobre sus manos, sobre sus pies los santos óleos.

Desde el momento en que se acepta el servicio por parte de la familia de la dalaga, se abren dos listas, una que lleva el padre de aquella y otra el pretendiente, consignándose en ellas el importe de todo cuanta gasta en obsequios, sean de la clase que quieran. Los trabajos también tienen su tarifa, abonándose en cuenta dos reales por los servicios de noche, y uno los de día.

Nadie se escapa sin pagar; pero ¡ay! hace tiempo que no celebro; me ves a mediodía, cuando se cierra la catedral, leyendo mis Horas apresuradamente por el claustro, pendiente del reloj para bajar así que abren de nuevo el templo y vienen los forasteros a ver el Tesoro.

Desde el obscurecer estábamos en palacio cuatro de los míos y yo; dos fuera en acecho; dos en el patio hasta que se cerraron las puertas, y yo en el interior. Vagaba yo por las galerías, y sin saber cómo no podía separarme de la habitación de doña Clara Soldevilla, cuando he aquí que un hombre llama y le abren.

Los peñascos horadados abren paso á diversas grutas ó cuevas en no pocos sitios del cerro, á cuyo pie, más bajo aún que el nivel del camino, están como socavadas las piedras, formando una gruta mayor y de más grande entrada que las otras. En el fondo de esta gruta, que se ve todo sin penetrar allí, brota de una grieta, sin hipérbole alguna, un verdadero río.

En la pieza inmediata encontró el cocinero mayor su capa, su sombrero y sus armas. Púsoselos como pudo, y siguió al tío Manolillo, que no se había detenido. Cuando estuvieron en el piso bajo, el bufón dejó la bujía en el patio, entró en el obscuro zaguán y abrió la puerta. Montiño escapó con la misma rapidez y el mismo sobresalto con que escapa un pájaro á quien abren la jaula.

Un individuo, con fiebre de impaciencia en los ojos, va de una á otra precipitadamente, diciendo: ¡Señorita A..., señorita B..., señorita C..., que se va á empezar! Los cuartos se abren con estrépito, é invaden el corredor murmullos arpegiantes de conversaciones y de risas, y frufruteos de faldas.

La luna brillaba en medio de un hermoso cielo, y su dulce claridad alumbraba en todos sus detalles aquel curioso cuadro. ¡Cuánto me gusta una hermosa noche de verano! dijo el gitano ; las flores se abren para aspirar la frescura del aire, y sus perfumes nos llegan más suaves. ¿Sentís, hermanos míos, el rico olor de los áloes y de los naranjos?