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Actualizado: 18 de julio de 2025


Ella es á la vez una idea democrática, una elocuente condenacion de las manías reglamentarias de los gobiernos, y una prueba de que la mejor base de la justicia humana está en el buen sentido de los hombres libres guiado por la simple nocion del interes comun. Los abogados y curiales detestan los juicios de aguas, y tienen razon, segun su oficio.

Salvatierra hablaba en un mitin explicando a los obreros lo que sería la sociedad del porvenir. ¡No más opresores y falsarios! Todas las dignidades y profesiones del presente habían de desaparecer. Quedarían suprimidos los sacerdotes, los guerreros, los políticos, los abogados... ¿Y los médicos? preguntó una voz desde el fondo de la sala.

A la muerte de sus padres quedó don Carlos muy niño, y nominalmente heredero de una fortuna, muy mermada y comprometida, que en manos de tutores y albaceas, perseguida por acreedores y legatarios, y tamizada por leguleyos y abogados, se volvió sal y agua en menos de diez años.

En todas las imágines decía que rezaba cada noche por sus bienhechores; contaba ciento y tantos santos abogados suyos, y en verdad que había menester todas estas ayudas para desquitarse de lo que pecaba. Acostábase en un aposento encima del de mi amo, y rezaba más oraciones que un ciego. Entraba por el Justo Juez y acababa en el Conquibules, que ella decía, y en la Salve Rehína.

Bajo un ancho pórtico con columnas de mármol que dan vuelta formando tres lados de un cuadrado, están colocados en repisas los bustos de los electores, de los reyes, de los generales, de los abogados, etcétera.

No como a su tutor legal contesté. Los abogados de su papá serán, no hay duda, quienes ocuparán ese puesto, pero , más bien, como su protector y amigo. ¡Ah! respondió tristemente, creo que necesitaré ambas cosas, ahora que ya no existe mi pobre padre.

Gracioso seria por demas, el preguntar á los interesados, á los abogados y al juez, cuántas veces han pensado en semejantes reglas, cuando seguian con ojo atento el hilo que debía respectivamente conducirlos al objeto deseado.

Los profesores son en su mayoría médicos y abogados que ejercen su carrera, van una hora todos los días a sentarse en la cátedra, repitiendo como un fonógrafo lo que dijeron en años anteriores, y vuelven en seguida a sus enfermos y sus pleitos, sin enterarse de lo que se escribe y se dice por el mundo después que ellos ganaron su puesto.

Porque aunque el presidente de la sala había resuelto que el juicio se celebrase a puertas cerradas, atento a la índole delicada del delito y a las personas que habían intervenido en él, fueron tantos los abogados que reclamaron su derecho a presenciarlo y tantos los permisos concedidos, que se formó pronto una asamblea numerosa y más inquieta de lo que debía esperarse.

Considerando detenidamente la construcción moral de un gran pueblo, se puede observar que lo que se llama profesiones conocidas o carreras no es lo que sostiene la gran muchedumbre: descártense los abogados y los médicos, cuyo oficio es vivir de los disparates y excesos de los demás; los curas, que fundan su vida temporal sobre la espiritual de los fieles; los militares, que venden la suya con la expresa condición de matar a los otros; los comerciantes, que reducen hasta los sentimientos y pasiones a valores de bolsa; los nacidos propietarios, que viven de heredar; los artistas, únicos que dan trabajo por dinero, etc., y todavía quedará una multitud inmensa que no existirá de ninguna de esas cosas y que sin embargo existirá: su número en los pueblos grandes es crecido, y esta clase de gentes no pudieran sentar sus reales en ninguna otra parte; necesitan el ruido y el movimiento, y viven, como el pobre del Evangelio, de las migajas que caen de la mesa del rico.

Palabra del Dia

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