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Actualizado: 18 de julio de 2025
Veinte años atrás, San Juan era uno de los pueblos más cultos del interior, y ¿cuál no debe de ser la decadencia y postración de una ciudad americana, para ir a buscar sus épocas brillantes veinte años atrás del momento presente? El año 1831 emigraron a Chile doscientos ciudadanos jefes de familia, jóvenes, literatos, abogados, militares, etcétera.
Tengo que pagar abogados, decía á su hija que lloraba; si gano el pleito ya sabré hacerle volver y si lo pierdo no tengo necesidad de hijos. El hijo partió y nada más se supo sino que le raparon el pelo y que dormía debajo de una carreta. Seis meses despues se dijo que le habían visto embarcado para las Carolinas; otros creyeron haberle visto con el uniforme de la Guardia civil.
Todo parecía terminado, los asistentes estaban ya de pie, rodeando a nuestros abogados para saber el nombre de los compradores. Pero M. Brazier, el juez encargado de la venta, reclama de nuevo silencio, y el ujier pone en venta los cuatro lotes reunidos por dos millones ciento cincuenta o sesenta mil francos, no recuerdo bien. Un murmullo irónico circuló por el auditorio.
En todas esas sabidurías de los abogados de hoy no falta lo nuevo, ni lo bueno.... Pero... ¡ni lo bueno es nuevo, ni lo nuevo es bueno! Sí, joven; no hay que tomarlo a broma o a engreimiento mío con las cosas antiguas: en esos pesados volúmenes está la ciencia, la verdadera ciencia.
Este presidente era un viejo terco, colérico, impertinente, que dirigía las sesiones del juicio oral como una escuela de párvulos. Ofendía a reos y a testigos, sin respetar mucho más a los abogados. Mostraba sus simpatías o antipatías con una franqueza que aterraba. Sin embargo, no era un perverso ni procedía de mala fe.
Solicitaron los abogados, unidos con los vecinos, se les diese licencia para acometer al enemigo, pero luego que entendieron que se disgustaba el Comandante por esta proposicion, se apartaron de su intento.
Regnier de Maligny, en su «Manual del comediante», dice que éstos necesitan conocer los tipos reales y estudiar principalmente: «En «el campo», la voz, los ademanes, sencillos y francos, de los campesinos. En «las iglesias», á los verdaderos y á los falsos devotos. En «las audiencias», á los abogados, á los fiscales y á los jueces.
Segundo Cristo Santo Domingo de Guzmán es uno de los más poderosos abogados en el cielo.
Un día, en el Palacio de Justicia, había podido convencerse de esta animosidad general, que empujaba á su defendida hacia los fusiles de la ejecución. La mujer encargada de guardar las togas, verbosa comadre familiarizada con el trato de los abogados ilustres, le había hecho conocer sus opiniones rudamente.
No sé qué hechizo arcano tiene la literatura teatral, que así atrae y emborracha á los hombres; pero es lo cierto que ninguno de ellos, amén de vivir el severo drama de su propia vida, ha dejado de llevar consigo la ilusión de componer un drama, ó por lo menos una comedia de costumbres. Todos, médicos, abogados, oficiales de peluquero... conocieron la golosa tentación.
Palabra del Dia
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