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¡Fernandito es un imbécil! continuó Currita muy afligida. Butrón movió de arriba abajo la cabeza en señal de profundo asentimiento. Le ha engañado Martínez... Me ha comprometido atrozmente... Es horrible, horrible... ¡Infame, Butrón, infame! ¡Habla bajo! exclamaba el diplomático, sobresaltado . Sosiégate, hija mía, sosiégate... y cuenta para todo conmigo... Para todo, ¿lo oyes?... para todo...

Entre la patulea de beodos, dos seides de Trampeta, carcelero el uno, el otro alguacil, trataban de calentar a algunos de los que chillaban más fuerte, para que atacasen la morada del abogado; señalaban a la puerta, indicaban con ademanes elocuentes lo fácil que sería echarla abajo y entrar.

Aún se oía a lo lejos, allá por la cuesta abajo, el estridente sonido de su cometa, que resonaba entre aquellas altas montañas de una manera extraña, profana, como pudiera resonar una risotada en un templo, una chanza en una oración, el himno de una bacante entre las solemnes y pausadas notas de un canto gregoriano.

Mas abajo se abre otra cuenca que, siendo uno de los rayos de una magnífica estrella de cuatro golfos, es al mismo tiempo el principio del cuerpo ó tronco de la gran cruz.

163 Dende chiquito gané la vida con mi trabajo, y aunque siempre estuve abajo y no lo que es subir también el mucho sufrir suele cansarnos, ¡barajo! 164 En medio de mi inorancia conozco que nada valgo: soy la liebre o soy el galgo asigún los tiempos andan; pero también los que mandan debieran cuidarnos algo.

Romadonga sintió un escalofrío mortal correr por sus venas. Volvió el rostro espantado y se encontró con la mismísima Concha. Instintivamente puso las manos por delante. ¡No seas tan jindamón, hombre! profirió la chula con voz ronca, apoyándose en cada sílaba y mirándole de arriba abajo con ojos torvos, despreciativos. ¿No ves que soy una mujer?

Esto todo sea con perdón del antojo del Galileo y el del gran don Juan de Espina , cuya célebre casa y peregrina silla son ideas de su raro ingenio; que yo hablo de antojos abajo, como de tejas, y salvo la óbtica destos señores antojadizos que han descubierto al sol un lunar en el lado izquierdo, y en la luna han linceado montes y valles, y han visto a Venus cornuta.

Sin embargo, estaba desvelado. el viento que barría de arriba abajo la montaña, agitaba las ramas de los melancólicos pinos, entraba luego en la casa y forcejeaba en todas las puertas y ventanas del edificio. Fuertes corrientes de aire esparramaban a menudo mi cabello sobre la almohada con extraños aullidos.

Ya no era sólo «nuestro poeta»; era el hombre que había gritado: «¡Abajo Guillermo! ¡Mueran los verdugosHasta los niños de las escuelas sabían esto, por haberlo oído á sus profesores, y al encontrar al señor Simoulin se descubrían con veneración, como si viesen pasar la bandera de la patria.

Mi dinero se salvó en un papel, el auto de prisión; porque trapitos por aquí, trapitos por allá, el caprichito A, la chuchería B, ello es que se me evaporaron diez o doce mil reales en una mañana. Tu hermana es una liquidadora como no se ha visto. En su corazón, lleno de apetitos, está escrito con letras de oro «¡abajo los ricos!». Buena pieza, . Es un tigre para el bolsillo ajeno.