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Actualizado: 3 de julio de 2025
Y cuando es una misa de mucha música, de esas que le gustan a don Luis, acabo por renegar del órgano y de quien lo inventó, pues me rompo los brazos. ¡El trabajo! dijo el campanero con énfasis . ¡El trabajo es un castigo de Dios! Ya sabéis su origen. Fue la pena eterna que el Señor impuso a nuestros primeros padres al arrojarlos del Paraíso. Es una cadena que siempre llevaremos arrastrando.
Godofredo no se hartaba jamás de describir la luz «filtrándose por los cristales de colores, la voz del órgano resonando en sus altas bóvedas, las oraciones de los fieles elevándose entre nubes de incienso, la flecha calada de la torre señalando como un dedo al cielo.» Por esta razón todas las damas caían en éxtasis cuando se hablaba de él.
Lo cierto es que en algunos casos la representacion interna llega á tal punto de viveza, que el sujeto la confunde con las impresiones de los sentidos; lo que tampoco puede explicarse sino diciendo que la afeccion orgánica interior ha llegado á ser tan fuerte, que ha equivalido á la que hubiera podido causar la impresion de un objeto obrando sobre el órgano externo.
Y sin embargo, hasta dentro de esta soñada perfección, sería ineludible el órgano de que hemos hablado: un gobierno por otro estilo, pero al fin un gobierno.
Gracias a los buenos sentimientos de los villavejanos, en el templo no se carecía de nada de lo principal... con excepción del órgano, que a lo mejor no sonaba, de puro viejo y remendado. Se trataba de adquirir otro, y ya se habían tanteado voluntades con bastante buen éxito... Don Cesáreo, el marido de doña Lucrecia, había ofrecido una cantidad considerable, y mayor, si fuere necesaria.
Claro es, que esto depende de haber sido afectada nuestra organizacion, sin relacion á lo que experimenta otro ser sensible. Luego, á mas del órden de fenómenos de las sensaciones comunes, hay otros que no se diferencian de ellos, sino en la clase de impresion, y en el órgano por el cual se nos trasmiten.
Eran unas agradabilísimas matinées, donde se oraba, tocaba el órgano expresivo la más hábil pianista, decía el padre una plática familiar, departía después amigablemente con las señoras acerca de asuntos religiosos, se confesaba la que quería, y por último pasaban al comedor, donde se tomaba te, cambiando de conversación.
Bien, entonces os prometeréis y Dios os bendecirá». ¡Oh! sí, prometidos... Mira a mi novio, ¡qué hermoso es!... Flores, flores por todas partes... He ahí a mis compañeras con sus largos velos blancos... ¿no oyes el grave sonido del órgano... y la multitud que repite como yo: «¡Qué hermoso es el novio!» ¡Oh! llega el viejo sacerdote... su mano tiembla al unirnos; ya es mío, es mi esposo ¡es mi esposo... ¡Oh! madre mía, quédate, quédate... ¿Me dejas?
Decía el órgano a su manera: Adiós, María Dolores, marcho mañana en un barco de flores para la Habana. y de repente, cambiaba de aire y gritaba: La casa del señor cura nunca la vi como ahora... y sin pizca de formalidad, se interrumpía para cantar: Arriba, Manolillo, abajo, Manolé, de la quinta pasada yo te liberté; de la que viene ahora no sé si podré... arriba, Manolillo, Manolillo Manolé.
El tenor le confió un día, detrás del órgano, que la contralto poseía un medio para sostener la nota final de cada frase, al objeto de que su voz quedara por más tiempo en el oído del auditorio, acto indigno que sólo podía atribuir a un carácter vicioso e inmoral; que el tenor, dependiente muy conocido de una quincallería en los días laborables, y que cantaba los domingos, no estaba dispuesto a soportarla por más tiempo.
Palabra del Dia
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