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Actualizado: 17 de mayo de 2025
Y no se olvide que, por aquellos, tiempos, era de pública voz y fama que, en ciertas noches, la plazuela de San Agustín era invadida por una procesión de ánimas del purgatorio con cirio en mano.
Si pedía que le comprasen periódicos, nunca faltaba excusa: los pocos cuartos antes invertidos para entretenimiento del enfermo en suplementos y extraordinarios, iban a parar ahora al cajón de las ánimas, débil compensación, a juicio de Tirso, de lo gastado en regocijarse con noticias contrarias a la buena causa.
Al testigo Andrés del Jaral, por mal nombre tío Merlín, á la multa de dos celemines de maíz para las ánimas, y media azumbre de blanco para los enfermos del lugar, por insubordinación y faltas de mayor calibre al alcalde y demás personas presentes al juicio celebrado el día tantos de tal mes, á las tres de la tarde. CLETO. Señor alcalde, yo soy inocente.
Ya anochecido subía con su cántaro lleno por la cuesta, que en aquel momento estaba sola. La tertulia de los poyetes solía, en primavera y en verano, durar hasta las ánimas, hora en que los tertulianos se retiraban para cenar y acostarse. Aquel día don Paco había estado haciendo esfuerzos o, como si dijéramos, gimnasia con su voluntad para no ir a la tertulia y ver a Juanita.
Luego estuvo mirándose un rato en el vidrio que cubría cierta estampa del Purgatorio, llena toda de ánimas, diablos, llamas, culebrones, sapos, cocodrilos, ruedas, sartenes, peroles, etc..., y contempló allí su imagen confusa, por no haber en la estancia espejo, ni vidrio azogado que hiciese sus veces.
Mi padre, que se encuentra enfermo, le suplica encarecidamente a usted que venga a verle lo más pronto posible; si puede, esta misma noche. Tiene que hablarle a usted de asuntos importantes. Si se decide a salir por la noche, a la salida del pueblo, en la herrería de Aspillaga, le esperará un amigo con un caballo. Mary A. Sandow. Bisusalde: Playa de las Ánimas.»
Esta frase no expresaba para Zapiain mas que el contento de vivir tranquilo y satisfecho, sin guerras ni trifulcas. Uno o dos meses después de llegar yo a Lúzaro, en la relojería se comenzó a hablar a todas horas de las minas de hierro que se estaban explotando en Izarte, y del embarcadero que se iba a construir en un extremo de la playa de las Animas.
Muchas veces, en pleno invierno, se aligera el cielo, huyen las nieblas y queda el mar azul, admirable; pero nunca la playa de las Ánimas da una impresión de serenidad, de belleza, como en otoño, después de pasar las tormentas equinocciales.
Salió una mano por la reja, y tomó la bolsa. Ahora, ábreme dijo don Pedro. ¡Ah, no! ¡no, señor! exclamó vivamente Esperanza. ¡Ya, ya te entiendo! ¿Te parece poco el diamante y el bolso, ó temes que pueden ser falsos? No; no, señor, es que soy una doncella honrada. Oye, acaban de dar las ánimas; desde aquí á las doce de la noche van cuatro horas; ¿puedes tú bajar á las doce á esta reja?
Viendo esto el P. Arce, se ofreció á ir en persona á hablar á los principales caciques de los Guanoás y arriesgar su vida para rescatar de aquellas miserias las ánimas y los cuerpos de tantos millares de cristianos y arrojarse á la furia de la tempestad, para que con sola su muerte se serenase del todo.
Palabra del Dia
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