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Actualizado: 21 de mayo de 2025


Podrán estas noticias ser puestas en duda, pero respecto á que muy á los comienzos del siglo XV existía en Sevilla un reloj de torre, hay un dato indudable en las palabras del médico Juan de Aviñón, que en su libro Sevillana Medicina, hacia 1418, dice: «Y como quiera que agora seria grave de comer á estas horas ciertas, de aqui adelante nonserá grave por cuanto nuestro señor el arzobispo de Sevilla, que mantenga Dios mandó facer un relox que ha de tañer veinticuatro badajadas

Y agora, en estos nuestros detestables siglos, no está segura ninguna, aunque la oculte y cierre otro nuevo laberinto como el de Creta; porque allí, por los resquicios o por el aire, con el celo de la maldita solicitud, se les entra la amorosa pestilencia y les hace dar con todo su recogimiento al traste.

Escuchad, señores, y estad atentos: quizá la aprehensión deste lastimero cuento os llevará a los oídos las amenazadoras y vituperosas voces que ha dado este perro de Dragut, que así se llamaba el arráez de la galeota, cosario tan famoso como cruel, y tan cruel como Falaris o Busiris, tiranos de Sicilia; a lo menos, a me suena agora el rospeni, el manahora y el denimaniyoc, que, con coraje endiablado, va diciendo que todas éstas son palabras y razones turquescas, encaminadas a la deshonra y vituperio de los cautivos cristianos: llámanlos de judíos, hombres de poco valor, de fee negra y de pensamientos viles, y, para mayor horror y espanto, con los brazos muertos azotan los cuerpos vivos.

Por fin el espadero, después de decirle el nombre de algunos regidores, tocole el codo y exclamó: Este que viene agora es el Cardenal-Arzobispo, observe vuesamerced su venerable presencia. Sobre fornido corcel de pelo bayo, don Gaspar de Quiroga, Cardenal-Arzobispo de Toledo, Inquisidor General y Consejero de Estado, avanzaba con imponente rigidez, rodeado de pajes y alabarderos.

Catalina, porque venia en compás en medio de la iglesia, y que estaria mejor que no donde agora estaba por ser al rincon de la iglesia, y que queria inviar por maestros de cantería, para lo facer con su consejo, y que el cabildo viese y diputase personas para que entendiesen en ello.

En Potosí le hecho minero, Mas nunca tuvo el pobre mina buena: Busquemos una agora en otro canto, Que ya cansa decir en este tanto. Viene Obispo al Paraguay. Muere Domingo de Irala. Eligen por Gobernador á Francisco Ortiz de Vergara, y sale con el Obispo al Perù.

¿Sabéis lo que pienso, Ramiro? exclamó de pronto el Canónigo, con todo el busto hundido en la obscuridad; pienso que vuestra virtuosa madre acaba de hablaros por boca de ángel, como se dice, y que agora más que nunca, en presencia del riesgo propincuo que corren a la vez vuestra alma y vuestra honra, os debéis echar sin tardanza en brazos de la Santa Iglesia.

Y díjome: "Por mi vida, que paresce este buen pan." "¡Y cómo, agora, dije yo, señor, es bueno!" ", a fe, dijo él. ¿Adonde lo hubiste? ¿Si es amasado de manos limpias?" "No yo eso, le dije; mas a no me pone asco el sabor dello." "Así plega a Dios", dijo el pobre de mi amo. Y llevándolo a la boca, comenzó a dar en él tan fieros bocados, como yo en lo otro.

Pero, cuando su padre la vio adornada de fiesta y con tantas joyas sobre , le dijo en su lengua: ¿Qué es esto, hija, que ayer al anochecer, antes que nos sucediese esta terrible desgracia en que nos vemos, te vi con tus ordinarios y caseros vestidos, y agora, sin que hayas tenido tiempo de vestirte y sin haberte dado alguna nueva alegre de solenizalle con adornarte y pulirte, te veo compuesta con los mejores vestidos que yo supe y pude darte cuando nos fue la ventura más favorable?

C'est étonnant! profirió el químico, que apenas podía comprender una palabra de aquel lenguaje. En otro tiempo se le ocurrió a mi tío y a otros señores hacerle alcalde. Crean ustedes que ha dejado memoria perdurable de su paso por el ayuntamiento. Cuando presidía las sesiones se creía en el Ágora.

Palabra del Dia

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