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Estaba la señorita de pueblo muy gozosa en medio de las risueñas praderas sin la enojosa traba de las pragmáticas sociales de su señor padre, y así, en cuanto se vio a regular distancia de la casa, empezó a correr alegremente y a suspenderse de las ramas de los árboles que a su alcance estaban, para balancearse ligeramente en ellas.

Todas las fiestas que se preparaban en la córte á los herederos archiduques, tuvieron que suspenderse para ejecutarlas luego con el doble objeto del nuevo alumbramiento de un príncipe, el cual tuvo efecto, el dia 10 de marzo de 1503 con el nacimiento del infante Don Fernando quien sucedió despues al emperador Cárlos V en el imperio de Alemania.

Su acólito Urquiola hablaba de la batalla de la tarde con aires de caudillo. Algunos mostrábanse desconsolados por la idea de que pudiera suspenderse la romería. Al fin, era un suceso que amenizaba la vida monótona y gris de la población. Aresti no dudaba de que se verificase.

Desgraciadamente el Sr. marqués de Guadalcázar, dueño de la dehesa, al otorgar su consentimiento para dicha esploracion, habia impuesto á los comisionados de Córdoba dos condiciones que ignorábamos en Madrid, y que imposibilitaban la continuacion de la tarea comenzada, á saber: que la escavacion habia de suspenderse á fin de mayo, y que no habia de poderse cortar ni quemar árbol, arbusto ni mata de ninguna especie.

Los altos empleados intervinieron con una contrariedad sonriente, por ser quien era el autor del escándalo. «Alteza, ¡por favor!... Las partidas van á suspenderse; esto no se ha visto nuncaPero él siguió arrojando dinero, hasta agotar sus ganancias más de sesenta mil francos , y los juegos se reanudaron con más público que antes.

Llegáronse a él, que libre y seguro de tal acontecimiento dormía, y, asiéndole fuertemente, le ataron muy bien las manos y los pies, de modo que, cuando él despertó con sobresalto, no pudo menearse, ni hacer otra cosa más que admirarse y suspenderse de ver delante de tan estraños visajes; y luego dio en la cuenta de lo que su continua y desvariada imaginación le representaba, y se creyó que todas aquellas figuras eran fantasmas de aquel encantado castillo, y que, sin duda alguna, ya estaba encantado, pues no se podía menear ni defender: todo a punto como había pensado que sucedería el cura, trazador desta máquina.