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Acabo de llegar de Madrid articuló con trabajo la dama, y me he dirigido a casa de mi marido, con quien hace tiempo estoy reñida... Deseaba reconciliarme con él... que concluyese esta separación tan fea y tan escandalosa... Un criado viejo que tiene... ¡un bruto!... no me permitió verle... me cogió por el brazo... me arrojó de casa a empellones... ¡, a empellones!

La conducta del guardabosque del Duque al siguiente día, fue tan atenta y se mostró tan servicial, que hubiera bastado para reconciliarme con él, suponiendo que yo hubiese podido guardarle el menor rencor porque a él le gustase o no el color de mi cabello.

La casualidad, según yo, o la Providencia Divina, según el padre Ambrosio, habían arrojado delante de un gran infortunio. Yo había cumplido con mi deber, según mis convicciones, y estaba tranquilo. Pero una vez satisfecho este deber, una vez pasada la novedad de mi aventura, comprendí que Amparo no era bastante para arrancarme del hastío; para reconciliarme con la vida.

Lo que estamos haciendo es un pecado grave, es un crimen. ¿Quién puede privarme del arrepentimiento, de reconciliarme con Dios y ser buenoEl arrepentimiento había sido en los últimos tiempos un vago deseo, gracias a la fatiga de su amor y aún más al miedo desapoderado que el infierno le inspiraba. Ahora se convirtió en verdadero anhelo. Verdad que ofrecía mayores atractivos.

¡Querida amiga!... ¡Bobart! tienes la culpa de todo lo que ha sucedido. ¡Me has aconsejado estúpidamente!... ¡Yo no he.... Y cuando era necesario mostrar energía, has sido blando como papel mascado.... ¡Sin embargo!... El único partido que yo podía tomar era unirme sinceramente á la joven pareja y reconciliarme con Roussel.

Los únicos viajes que nunca me cautivaron fueron los del atildado alumno del insoportable Mentor, y todavía confieso á V. que no he podido reconciliarme con el célebre y para empalagoso libro del Sr. Fenelon. Pero vinieron los años y con ellos los trabajos; comencé á vagar y disipáronse naturalmente mis ilusiones de viajero.

Pero, señor don Pompeyo, hágase usted cargo de que todos somos sacerdotes del Crucificado... y siendo sincera su conversión de usted.... señor, sincera; yo nunca he engañado a nadie. Yo quiero reconciliarme con la iglesia, morir en su seno, si está de Dios que muera....