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; deben de haberlas separado para hacerlas más ligeras, quitándoles el puente y el cobertizo. Escondamos la chalupa y huyamos a los bosques. XVI. LA CABA

Un hecho enorme, que establece, si bien secundariamente y sólo de perfil, es que lo infinito que se sustenta del mar, los miles de millones de seres que hace y deshace incesantemente, absorben la leche de la vida, la espuma mezclada con sus aguas, quitándoles sus diversas sales que los constituyen á ellos y á sus conchas, etc., etc.

Llevose las manos al pecho. ¡En qué peligro estáis, hijo mío! Agora hecho de ver, y en quien menos lo deseara, el daño que pueden hacer en las almas de corta experiencia y estudio, los escritos milagreros, quitándoles toda humildad e despertando en ellas las aprehensiones sobrenaturales, con gran regocijo del Demonio.

La causa de la equivocacion está en que dos conceptos idénticos están presentados al entendimiento bajo diferente forma; y hasta que quitándoles la forma se ve el fondo, no se descubre la identidad. No hay propiamente raciocinio sino explicacion.

Por la parte de Azangaro fueron mas felices nuestras armas, pues un corto destacamento, despachado por Orellana á las órdenes de D. Andres Calisaya, cacique del pueblo de Tiquillaca, logró no solo socorrer al de Capachica sino tambien cubrir los de Pusi, Saman, Taraco y Caminaca, que infestaban los rebeldes, escarmentados con muerte de algunos, y quitándoles el ganado que llevaban.

El marqués, en ciertas plazas, había llegado a pelearse con empresarios y autoridades, negándose a dar sus reses porque la banda de música estaba colocada sobre los toriles. El ruido de los instrumentos aturdía a los nobles animales, quitándoles bravura y serenidad cuando salían a la plaza. Son lo mismo que nosotros decía con ternura . Sólo les farta el habla... ¡Qué digo como nosotros!

Y para escarmiento de aquellos infieles vasallos se dispuso tambien que D. Gabriel de Aviles saliese la misma noche á la cabeza de un destacamento bien reforzado, con la órden de que al amanecer el siguiente dia, se hallase en la falda de una montaña en que se habian situado para rodearla, y tratarlos con todo el rigor de las armas, como efectivamente lo egecutó, matando mas de 100 y quitándoles muchas mulas, caballos y lanzas, sin haber perdido un hombre de nuestra parte, ni haber sido posible acabar con ellos porque huyeron precipitadamente por caminos tan ásperos y pantanosos, que era inutil seguirlos para alcanzarlos.

Corrompíalos, quitándoles la gana de comer, y los ponía secos, y así se iban consumiendo sin poderles dar remedio. Ibamos cada día retirando y estrechando tanto, que perdimos un pozo de agua amarga que estaba junto á las trincheas donde estábamos, no 30 pasos de ellas. Este pozo tenía agua en abundancia, y aunque amargaba, mataba la sed y no hacía el daño que la salada hizo.

DULCE DE PERA. Se pesa la misma cantidad de peras que de azúcar; se pelan las peras y a lo largo se parten por la mitad, quitándoles semillas y corazón; se echan en agua hirviendo y se tienen un cuarto de hora; después se escurren bien. Aparte se hace el almíbar a buen punto, y cuando está frío se une la fruta, haciendo cocer a fuego suave, hasta que esté en su punto.

El mismo dia que le proclamaron rey echó del palacio y casa real á todos los cristianos que en ella servian, quitándoles las raciones y sueldo que tenian; y entre ellos fué tambien echado Joseph, hermano de S. Eulogio, como el santo refiere. De esta destruccion de los templos de los cristianos en tiempo de Mohammed nos ocuparemos tambien en el capítulo Córdoba mozárabe. S. Eulogio: Docum.