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La de Santiago, de figura cuadrilátera con sesenta y seis varas de superficie, y una fuente al lado del Oeste. La del Seminario, figurando un polígono de cuatrocientas treinta y seis varas, está decorada con el frontispicio del Seminario conciliar de quien toma el nombre. La de San Miguel, de forma cuadrilátera con setenta y dos varas de superficie.

La necesidad de las palabras comienza cuando la imaginacion no puede representarse distintamente los objetos, y es preciso combinar varias ideas. Si no ligásemos á una palabra la idea de un polígono de muchos lados, estaríamos en la mayor confusion, y nos seria imposible discurrir sobre él.

Juan no encontraba respuesta categórica a esta pregunta: ¿Cuál de las dos es más linda? En el polígono, durante la primera parte de la maniobra, cada batería trabajaba por su cuenta, bajo las órdenes del capitán, que muchas veces cede su puesto a uno de los tenientes, para habituarlos a la dirección de las seis piezas.

Supongamos que se trata de demostrar que el perímetro de un polígono inscrito en un círculo es menor que la circunferencia, y que se hace el siguiente silogismo: todo conjunto de rectas inscritas en sus respectivas curvas es menor que el conjunto de las mismas curvas; es así que el perímetro del polígono es un conjunto de rectas, y la circunferencia un conjunto de arcos ó curvas; luego el perímetro inscrito os menor que la circunferencia.

Pregunto ahora, si quien sepa que el conjunto de rectas es menor que el conjunto de curvas no verá con igual facilidad que el perímetro es menor que la circunferencia circunscrita, con tal que entienda perfectamente el significado de las palabras; es evidente que . ¿Para qué pues se necesita el recuerdo del principio general? ¿es para añadir nada al concepto particular? por cierto; porque nada puede haber mas claro que las siguientes proposiciones: el perímetro del polígono es un conjunto de rectas; la circunferencia es un conjunto de arcos ó curvas; lo que se hace pues con el principio general es llamar la atencion sobre una fase del concepto particular, para que con la reflexion se vea en este lo que sin la reflexion no se veia.

Fácilmente nos representamos en la imaginacion un triángulo y hasta un cuadrilátero; la representacion se nos hace ya algo difícil al tratarse de un pentágono; mas todavía, de un hexágono ó un heptágono; y en llegando la figura á cierto número de lados se va escapando á la intuicion sensible, hasta que se hace ya imposible de todo punto, apreciarla por la mera intuicion. ¿Quién es capaz de representarse en la imaginacion un polígono de mil lados?

También era la primera vez que Juan, en el polígono de Souvigny, veía otra cosa que cañones y trenes, tiros y conductores. En las oleadas de polvo levantadas por las ruedas y las patas de los caballos, Juan veía, no la segunda batería montada del 9.º de artillería, sino la imagen distinta de las dos americanas de ojos negros y cabellos de oro.

Hacia el Norte limitaba esta explanada como una muralla gris la cordillera de Cantabria; hacia el Sur podía extenderse la vista hasta los montes de Pancorbo. En este polígono amarillento de Laguardia no se destacaban ni tejados ni campanarios, no parecía aquello un pueblo, sino más bien una fortaleza.

A fines del mes de mayo todos los reclutas del regimiento están instruidos, y son capaces de formar parte de las evoluciones en conjunto, y casi todos los días se ejecutan en el polígono maniobras de baterías organizadas.

Se apartaban los soldados para abrir paso á la comitiva; asomaban caras barbudas y curiosas en los callejones. Sonaba á lo lejos un estrépito de ruidos secos, como si al final de la vía tortuosa existiese un polígono de tiro ó se ejercitase un grupo de cazadores en derribar palomas. La mañana continuaba nebulosa y glacial.