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En una tarde plácida y serena de las postrimerías del invierno, María se hallaba en su cuarto haciendo oración, postrada ante la imagen de Jesús. Todas las ventanas estaban abiertas para recoger la luz que ya se iba escapando lentamente.

Los arbustos, después de retorcerse entre las llamas, caían hechos brasas, escapando de sus cenizas asquerosos bichos chamuscados. La barraca aparecía como esfumada entre las nubes de humo de estas luminarias, que despertaban sorda cólera en toda la huerta. Una vez limpias las tierras, Batiste, sin perder tiempo, procedió á su cultivo.

Mas a poco de esto, hacía veinticinco años a la fecha de nuestra historia tales cosas iba viendo nuestro señor don Manuel que volvió a tomar la capa, que por inútil había colgado en el rincón más hondo del armario, y cada día se fue callando más, y escribiendo menos, y arrebujándose mejor en ella, hasta que guardó las plumas, y muy apegado ya a la clemente temperatura del país y al dulce trato de sus hijos para pensar en abandonarlo, determinó abrir escuela; si bien no introdujo en el arte de enseñar, por no ser aun este muy sabido tampoco en España, novedad alguna que acomodase mejor a la educación de los hispanoamericanos fáciles y ardientes, que los torpes métodos en uso, ello es que con su Iturzaeta y su Aritmética de Krüger y su Dibujo Lineal, y unas encendidas lecciones de Historia, de que salía bufando y escapando Felipe Segundo como comido de llamas, el señor Valle sacó una generación de discípulos, un tanto románticos y dados a lo maravilloso, pero que fueron a su tiempo mancebos de honor y enemigos tenaces de los gobiernos tiránicos.

Ciertos días, durante las horas de la siesta, escapando a la vigilancia de doña Guiomar, salíanse los dos en busca de algún sitio umbroso del monte. El niño aspiraba con fruición el humo rústico de las fogatas que ardían de ordinario en la vecina heredad; y el sol y el perfume tornábanle al pronto extremadamente sensible.

Pero el asesino vagó como un loco por la huerta, huyendo de las gentes, tendiéndose detrás de los ribazos, agazapándose bajo los puentecillos, escapando á través de los campos, asustado por el ladrido de los perros, hasta que al día siguiente lo sorprendió la Guardia civil durmiendo en un pajar. Durante seis meses sólo se habló en la huerta del tío Barret.

Y escapando deste desbarate algunos capitanes de Uscovilca, enviaron á hacer saber esta nueva luego á su tierra, y que les inviasen socorro; y ansimismo inviaron á hacer saber esta nueva á los capitanes Malma y Rapa, capitanes que habian ido conquistando por las provincias de Condesuyo hasta la de los Chichas, como ya la historia lo ha contado; los cuales volvian ya victoriosos y triunfando de las provincias que en esta jornada habian sujetado y conquistado, y venian muy prósperos, y traian grandes despojos.

Durante la semana, paseando entre las cajas del taller, manchado de tinta y oliendo a papel húmedo, pensaba nostálgicamente en los cerros cubiertos de pinos, alcornoques y robles, en los matorrales que se abrían ante el hocico de los venados, escapando éstos después con un bufido de alarma, en los grandes espacios de cielo azul, con las cimas nevadas del Guadarrama en el fondo, como una muralla de almenas de plata que brillan al sol.

Sus brazos desnudos, escapando de la sedosa capa, se cerraron sobre los hombros de él, formando un anillo apretado: su boca sumisa, buscando la otra boca, se entregó humildemente, con un deseo de dar la felicidad. Pasó por el fondo de la calle un vivo resplandor, sacándolo todo de la penumbra con fugaz relieve, lo mismo que un relámpago. Era el reflector de un automóvil.

Entonces, aturdido enteramente, vacilante, asustado, semimuerto, salió del patio del alcázar, en donde se encontraba, y escapando por la puerta de las Meninas, tiró hacia el laberinto de callejas del cuartel situado frente al alcázar, y se perdió en él. Por aquel mismo tiempo el padre Aliaga se paseaba en su celda.

Allí encontramos a un guardián vestido con el uniforme de los suizos de Luis XVI, asegurando con mucho aplomo á tres señoras inglesas que él se habia batido como un león en la consabida jornada del 10 de agosto, escapando por milagro.