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»Seis días estuvimos en Vélez, al cabo de los cuales el renegado, hecha su información de cuanto le convenía, se fue a la ciudad de Granada, a reducirse por medio de la Santa Inquisición al gremio santísimo de la Iglesia; los demás cristianos libertados se fueron cada uno donde mejor le pareció; solos quedamos Zoraida y yo, con solos los escudos que la cortesía del francés le dio a Zoraida, de los cuales compré este animal en que ella viene; y, sirviéndola yo hasta agora de padre y escudero, y no de esposo, vamos con intención de ver si mi padre es vivo, o si alguno de mis hermanos ha tenido más próspera ventura que la mía, puesto que, por haberme hecho el cielo compañero de Zoraida, me parece que ninguna otra suerte me pudiera venir, por buena que fuera, que más la estimara.

Teletusa, tan regocijada como de costumbre, apareció con ella. Y aparecieron igualmente entre los libertados galeotes, siendo de los que mejor pagaron la libertad combatiendo a los corsarios, los dos fieles y robustos escuderos a quienes llamaban Asmodeo y Belcebú, más por broma que con suficiente motivo.

Sin la actividad incansable del padre Ducos, los moros se hubieran enseñoreado de toda la isla: pero éste, ayudado de Afreasio, Capitán entendido y valiente, derrotó á los moros en Panguil, Misamis, Ynitao y otros puntos de la jurisdicción de Ylígan, causando al enemigo una pérdida de más de 300 embarcaciones y muerte de 2.000 mahometanos, sin contar los cautivos que fueron libertados.

Hechos sus preparativos salió del puerto de Jacmel y, el 28 de Diciembre, tras una navegacion de siete dias, desembarcando en Juan Griego expedia una proclama-manifiesto sobre las causas y motivos de su separacion del mando y la necesidad urgente de reunir un Congreso en Margarita para el establecimiento de un gobierno apropiado á las circunstancias, en consonancia con la voluntad de los pueblos libertados de la opresion; y el último dia del año, entrando en Barcelona, se puso nuevamente á la cabeza del ejército.

Entra el famoso D. Alfonso el Batallador con grande ejército en Andalucía, pónese á vista de Córdoba, causando tanto terror en los mahometanos, que abandonan sus haciendas y se encierran en sus fortalezas; y entonces los cristianos cautivos, como súbitamente libertados de un lánguido y peligroso desmayo, armados de sobrenatural energía, corren en tropel en busca del rey D. Alfonso, y con súplicas y lágrimas le piden se les lleve á su reino, pues mas quieren perder sus casas y bienes que la religion de sus mayores.

16 ¿O no sabéis que a quien os presentáis a vosotros mismos como siervos para obedecerle, sois siervos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? 17 Gracias a Dios, que aunque fuisteis siervos del pecado, habéis obedecido de corazón a la forma de doctrina a la cual sois entregados; 18 y libertados del pecado, sois hechos siervos de la justicia.