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El P. FEYJOÓ estampó esta máxîma en el segundo tomo de sus Cartas, y me parece que solo se halla en el título de la Carta, y no en el cuerpo de ella; porque lo que el P. Feyjoó prueba es, que sin arte hay quien es eloqüente, y que por mas arte que haya, nunca puede ser uno eloqüente sin la naturaleza, esto es, si no tiene un gran fondo de natural eloqüencia.

Algunos Filósofos han hecho admirables descripciones, como Aristóteles en la Historia de los animales, y Teofrasto en los Caractéres de las pasiones. Los Historiadores, los Políticos, y algunos Poetas han descrito muchas cosas con admirable propiedad. Hállanse recogidas muchas de estas descripciones en la Eloqüencia sagrada del Padre Causino, Obra por esto solo muy recomendable.

No es esto decir que se hayan de trabajar todas las Oraciones sin ningun adorno, porque no sigo el dictamen de los que dicen, que la eloqüencia es naturaleza, y no arte.

Hablaba el ermitaño del destino, de la justicia, de la moral, del sumo bien, de la humana flaqueza, de las virtudes y los vicios con tan viva y penetrante eloqüencia, que Zadig por un irresistible embeleso se sentia atraído hácia él, y le rogó con ahinco que no le dexara hasta que estuviesen de vuelta en Babilonia.

LUIS DE GRANADA, se impugnan estos y otros semejantes estilos de los Oradores Christianos, con mucha eficacia y con gran conocimiento de la verdadera eloqüencia del Púlpito. Hieron. in Prolog.

Encendióse entónces la contienda, y vió Setoc la hora en que se iba á ensangrentar la mesa. Zadig, que no habia desplegado los labios durante la altercacion, se levantó, y dirigiéndose primero al Celta, que era el mas furioso, le dixo que tenia mucha razon, y le pidió agallas; alabó luego la eloqüencia del Griego, y calmó todos los ánimos irritados.

Y en hombros de quatro hombres la elevaron, Y con tipladas voces y harmonía En un alto bufete la asentaron; Donde el xefe de aquella compañía, A quien llaman Autor, en buen romance, Esto añadió con mansa melodía: Es tan dichoso, amigos, este lance, Que al ponderarlo falta la eloqüencia, Ni hay ingenio que pueda darle alcance.

Prorumpió en amargas quejas contra el hombre de estado; vertió lágrimas; se lamentó amargamente de que hubieran negado á su marido un cargo á que podia aspirar por su cuna, y de que le hacian acreedor sus heridas y servicios; y habló con tanta energía, se quejó con tal gracia, desvaneció con tal maña los reparos, con tal eloqüencia esforzó sus razones, que no salió del gabinete hasta haber conseguido la fortuna de su marido.

Aquel que en elevadas fantasias, Y en éstasis sabrosos se regala, Y tanto imita las acciones mias, Es el MAESTRO ORENSE, que la gala Se lleva de la mas rara eloquencia Que en las aulas de Atenas se señala. Su natural ingenio con la ciencia, Y ciencias aprendidas le levanta Al grado que le nombra la excelencia.

Si el P. Feyjoó dixera, que él arte ha de ser en las oraciones muy disimulado, y tanto, que se confunda con la naturaleza; que la fuerza de la eloqüencia verdadera ha de consistir en el vigor de las máxîmas y en lo sólido de las sentencias, y no en la pompa de las palabras, sin negar que para persuadirlas ayude mucho el arte, hubiera dicho una verdad admitida de todos los Sabios.