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Poco a poco fue dibujándose en su rostro un gesto de inexpresable amargura, luego dobló la cabeza sobre el pecho, y enseguida, enderezando a Dios el pensamiento, dijo mentalmente de este modo, no con palabras aprendidas de memoria, sino con aquellas espontáneas y sinceras razones que, inspiradas en verdadera piedad, no pueden menos de llegar a dónde van dirigidas: «¡Un día más... y un día menos!

Renanció a las costumbres violentas de campaña, á los largos galopes, al automóvil sucio y hasta á las palabrotas aprendidas en sus años de existencia varonil. Fué en adelante la «señora generala» y quiso rivalizar con Martínez en esplendores de lujo. Las gentes de la ciudad casi se sintieron cegadas por el resplandor de las joyas que en ciertos días la cubrieron desde la garganta al vientre.

La pobre Leonora entró en el vicio por la puerta grande. De un golpe se sumergió en todas las vilezas aprendidas por aquel vejestorio en su larga carrera por camerinos y bastidores. Boldini hubiera querido conservar eternamente a su discípula; nunca la encontraba suficientemente preparada para hacer su debut. Pero de allá abajo, apenas si venía dinero.

Al llegarle el turno se colocó junto a Margalida, templó su instrumento y comenzó a entonar canciones de tierra firme aprendidas en el retiro de Niza. Pero antes había sacado de la faja una pistola de dos cañones, dejándola con las llaves montadas sobre uno de sus muslos, pronto a cogerla y descerrajar un tiro al primero que le interrumpiese. Silencio absoluto y miradas impasibles.

Resulta de ello, que esceptuando algun raro capista ó sirviente que tuvo á su cargo los museos durante años y años, jamás se supo de ninguno que haya sacado provecho de las lecciones de memoria con tanto trabajo aprendidas. Pero volvamos á nuestra clase.

Habíase acostumbrado a respetar, en virtud de un sentimentalismo contagioso, al Dios crucificado; sabía que aquello debía besarse; sabía además algunas oraciones aprendidas de rutina; sabía que todo aquello que no se poseía debía pedirse a Dios; pero nada más. El horrible abandono en que había estado su inteligencia hasta el tiempo de su amistad con el señorito de Penáguilas era causa de esto.

Además contaba con un «padrino», un viejo protector, antiguo magistrado, que sentía debilidad por la guapeza de los toreros jóvenes, y cuyo trato indignaba a la señora Angustias, haciéndole soltar las más obscenas expresiones aprendidas en sus tiempos de la Fábrica de Tabacos. El Zapaterín lucía ternos de lana inglesa bien ajustados a la esbeltez de su cuerpo, y su sombrero era siempre flamante.

Pero la mayor parte de los seres humanos, y Rafaela entra en esta cuenta, no son sólo de un modo sino de varios: se diría que no tienen un alma sola, sino dos almas con opuestas propensiones y hasta con principios, conceptos y doctrinas filosóficas, tal vez no aprendidas, sino nacidas en el alma, como en la tierra nacen los hongos, los cuales conceptos, propensiones y doctrinas, acaso malas, se insurreccionan contra las buenas y suelen dominarlos.

La elocuencia muda de sus horas de silencio y soledad, salía por primera vez á su boca, sorprendiéndole á él mismo, que se oía con tanto gozo como podía oírle el público. Aquellas páginas no escritas, aquellas oraciones no emitidas por voz humana, salían á sus labios con tanta facilidad que parecían aprendidas de memoria desde largo tiempo.

Luego, cuando se cuenta con el apoyo de los ahorros, puede uno permitirse alguna locura... ¿No sufría ella igualmente por culpa del negocio, teniendo que hacer sus viajes a América siempre que las amigas de allá le escribían que la cosecha era buena y el dinero iba a circular en abundancia?... En todos los puertos llenaba tarjetas postales con frases de intenso amor aprendidas en las comedias.