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A la mañana siguiente, con la cabeza que tan pronto le pesaba al modo de una bola de granito, como sentía que se le escapaba de sobre los hombros, cual vedija de humo, Belarmino salió a la puerta del establecimiento para despejarse. En un entresuelo de la acera del frente, y poco más abajo de la calle, una cuadrilla de carpinteros, albañiles y pintores, trabajaban con energía y diligencia.

Este es el periodo de una de esas emigraciones generales, en que los pájaros ribereños abandonan las regiones del sud, ya demasiados secas, para ir á buscar los bañados de Moxos y del Amazonas que empiezan á despejarse, dejando sobre la llanura cantidad de pescados, cuya fácil adquisicion presenta pasto abundante á esos volátiles viageros, que llegan allí á millares.

Cuando el velo que oscurecía mis párpados comenzó a despejarse y pude observar distintamente las facciones de Adela, noté que ella se extrañaba de mi proposición y, a decir verdad, yo también me extrañé de mi proposición, pero se la repetí, sin duda, con voz más segura.

Al despejarse con los primeros rayos del sol la espesa niebla que cubria las campiñas, con cuánto regocijo se respira el aire fresco de la atmósfera, y el perfume que por todas partes despiden de su seno las flores recien abiertas, ó las hojas que se desarrollan bajo la doble influencia del calor y de la humedad!

Y decir esto, y arrojarse de sobre las muletas, y despejarse con la una mano este ojo enfermizo, y garfiarse con la otra, y arrojar aquel negro parche, y tirar por el caballete de la una muleta, y sacar una terrible espada, y tirar del otro palo, y repetir otro igual acero, fué cosa hecha antes que vista.

Maquinalmente, al llegar a la entrada de la calle estrecha de San Efrén bajó una mano para recoger el vestido que se iba manchando de barro, y al hacerlo aflojáronse sus dedos y dejó de apretar la carta, cuyo satinado papel le acariciaba las falanges.... Al cruzar la travesía del Puerto, su cabeza pareció despejarse, y vio el escaparate de la tercena y el buzón, con las fauces abiertas, como voceando «aquí estoy yo». Amparo soltó el vestido y sacó de debajo del mantón la mano derecha y la misiva.... Detúvose antes de alzar el brazo.

Al despejarse el tiempo nos encontramos a la vista de una de las islas de Taiti. Nos fuimos acercando, y pasamos por delante de bahías estrechas, de una vegetación lujuriante, hasta detenernos en una de éstas. El capitán bajó a la bodega y habló a los chinos.

Parecía que en el recinto de nuestro viejo castillo de familia, se hallaba bajo el peso de algún encanto fatal: apenas se encontraba fuera, veía despejarse su frente y dilatarse su pecho: se rejuvenecía. ¡Vamos, Máximo! exclamaba ¡galopemos un poco!

No supo por qué recordaba tal detalle; pero suele ocurrir así; en momentos semejantes, acuden ideas que ninguna importancia tienen ni guardan conexión alguna con los acontecimientos decisivos que están pasando. Miranda había salido aquella tarde a dar una vuelta, para despejarse, decía él, la cabeza.

Por aquel lado el cielo prometía despejarse, la niebla hacía palidecer las nubes altas y delgadas que empezaban a rasgarse. Sobre el horizonte, hacia el mar, se extendía una franja lechosa, uniforme y de un matiz constante.