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Todas las calles rectas, paralelas y cortadas con simetría; los techos rojos y los muros generalmente blancos; corrillos de gente, llenos de animacion, por todas partes; donde quiera tiendas y almacenes de modas, de objetos artísticos, conchas y curiosidades marítimas; un flujo y reflujo incesante en los numerosos hoteles, de viajeros que llegan ó se van; por todas partes algo destinado á la diversion, el entretenimiento ó el comfort de viajeros afluyendo de casi todas las comarcas de Europa.

Allí, en las cercanías de los parques del Regente, San James, Green-Park, Hyde Park y otros varios, están los ricos palacios, las elegantes quintas de suntuosas fachadas, las bellas casas de tres ó cuatro pisos nomas, que habitan las gentes acomodadas, los palacios de recreo y de residencia real, y en fin toda la parte de la ciudad destinada exclusivamente al comfort, donde en vez de fábricas y almacenes no hay sino paseos, mansiones mas ó menos aristocráticas, calles anchas, limpias y tranquilas, plazas en cuyo centro se mantienen dentro de verjas de hierro bellísimos jardines, y todo lo que puede revelar el buen gusto y la comodidad.

La aspiración suprema del nieto de tantos condottieri era establecer el comfort moderno en sus palacios. Con calefacción central, con baños y con water-closets, ¡qué vida tan dulce podía pasarse en estos edificios creados por los grandes artistas del Renacimiento! La millonaria venida del otro lado del Atlántico podía realizar este milagro sólo con cederle su mano.

Los hoteles y cafés, los círculos de sociedad, los paseos públicos, el teatro, etc., etc., revelan bien que los habitantes de Santander comprenden el buen gusto, la necesidad del comfort y todos los progresos del espíritu moderno.

Sus paseos interiores, su espléndida calle de Alcalá, su hermosa plaza de Oriente y las nuevas construcciones que dondequiera se levantan, manifiestan inclinación hácia el buen gusto, la comodidad, el aseo y el comfort; mientras que su vieja plaza Mayor, de vastas y oscuras arcadas, cerrada por grandes pórticos, sus antiguas calles tortuosas, sucias y repugnantes, como las que avecinan esa plaza, y algunas callejuelas tristísimas mantenidas en los barrios centrales, están probando que todavía resisten á la acción del progreso las raices de la España antigua, abandonada, rezandera, tolerante de la mugre, amiga del silencio y de la oscuridad.

Allí, las calles tiradas á cordel y cortadas en ángulos rectos, las estatuas monumentales, los edificios de hermosas fachadas, los museos de todo género, las bibliotecas, el Observatorio astronómico, los preciosos jardines Botánico y Zoológico, en fin, cuanto manifiesta los progresos recientes, la vida política, intelectual y artística, la elegancia y el comfort, sin perjuicio de la sencillez.