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Dícese que lo hacen por aversión instintiva al cautiverio. Será o no será así; pero es un hecho constante aquella singular costumbre. Por tenerlo Pepazos bien sabido, salió en busca de sus yeguas cuyo paradero conocía. Suponíase que los cerriles animales, presumiendo la que su amo trataba de jugarles, huirían hacia las alturas.

Muchachos cerriles que aspiraban á ser mancebos en las barberías de la ciudad hacían allí sus primeras armas; y mientras se amaestraban infiriendo cortes ó poblando las cabezas da trasquilones y peladuras, el amo daba conversación á los parroquianos sentados en el banco del paseo, ó leía en alta voz un periódico á este auditorio, que, con la quijada en ambas manos, escuchaba impasible.

Mire usted, señor Provisor dijo Vegallana ; la fiesta se ha dividido en dos partes: como Pepe es el factor, ha convidado a todos los curas de la comarca, catorce salvo error; yo les he propuesto venirse a comer aquí con nosotros, pero como algunos de ellos son cerriles, comprendí que preferían verse libres de damas y caballeretes de la ciudad y se les ha puesto su mesa en el palacio viejo, donde yo pienso acompañarlos.

Ellos son la consagración: no hay gloria completa sin el beso de una hermosa y sin la mordedura de un malvado; nadie puede llamarse francamente triunfador si no ha sentido posarse sobre su frente tiernas miradas de mujeres y crueles y sarcásticas miradas de hombres... ¡Ah! quién diera a mis palabras la pujanza de águilas bravías o potros cerriles, para pregonar con ellas a despecho de afilados dientes y rastreros silbidos, y no ya por la isla infeliz, sino bajo todos los techos del mundo, el genio y la bondad del divino maestro.

El que soñaba con cubrirse de gloria y ser caudillo famoso antes de los treinta años, no pensando más que en combinaciones estratégicas y originales fortificaciones, tiene que ocuparse del lavado y adecentamiento de unos cuantos mozos cerriles que llegan del campo oliendo a excesiva salud; probar el rancho, hablar de calzoncillos y camisas y calcular la duración de borceguíes y alpargatas.

No comprendo que sin un confidente con quien consultar, ó con la idea de no volver á ver más el mundo, haya un hombre capaz de encerrarse entre los bosques á desentrañar los misterios de la ciencia, cuando la ignorancia completa de ella es lo primero que se necesita para vivir á gusto entre estas cerriles criaturas, ser tan rústico como ellas, y circunscribir á las suyas las propias ambiciones.