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Actualizado: 7 de junio de 2025


Es que no es nada divertido el viaje. No es preciso que vos me acompañéis, tío, por eso os ruego que no lo hagáis, me estorbaríais. Quiero ir sola con la vieja ama de llaves, si es que me lo permitís. Haz como quieras. Mi carruaje, te llevará hasta C *, donde te será fácil hallar otro que te lleve hasta el Zarzal. ¿Cuándo quieres ir?

No, al contrario; pero las conveniencias reprimen a menudo los ímpetus del cariño. Pues es una tontería dije secamente. Pero su explicación me satisfizo y recobré todos mis bríos. Sin embargo, conversando con él, noté que no daba la misma importancia que yo a las palabras que me había dicho en el Zarzal.

Estaba apartada la aldea como media legua. El camino era vario y pintoresco: callejas estrechas con altos setos de zarzal, trozos de bosque, vereditas entre maizales y senderos al través de los prados. A la entrada de una garganta, sobre una vega de maíz y teniendo detrás algunas praderas deliciosas, estaba asentado el principal caserío de la parroquia.

¡Por las rocas de la Carniola! ¡tardas bastante también! exclamó viendo la segunda escampavía destacarse del horizonte y avanzar con rapidez . Llegan aquí como dos sabuesos que atacan a una corza en un zarzal; pero los sabuesos son pesados y torpes mientras que la corza es astuta y ligera. ¡Por sus ojos azules! la caza va a comenzar, porque se oyen los cuernos.

Esta selva virgen me desagradaba, porque desde niña he tenido un gusto innato por el orden. La propiedad se llamaba de Zarzal. Estaba como perdida en el fondo de la campaña, a media legua de una iglesia y de una aldehuela compuesta de una veintena de chozas. No había castillo, castillejo ni casa solariega en cinco leguas a la redonda. Vivíamos en completo aislamiento.

La perdiz acosada se metió en un espeso zarzal: el halcon persiguiéndola se entró tambien en él; pero viendo el rey al cabo de largo rato que su pajaro favorito no parecia, mandó á sus monteros cortar aquella maleza y sacarlo.

todo esto, y mucho más, veo yo, oigo y toco. ¡Y por qué el sensible Nemoroso no ha de ser posible en estos valles? ¿Qué distancia hay de ellos á las imaginaciones de Garcilaso? ¡Oh divina poesía!: te veo y te palpo.... Pues señor, aquí, tras este tupido zarzal, cabe el arroyuelo que murmura á mis pies, sobre la florida y olorosa pradera, á la sombra de estos seculares castaños, voy á entregarme á mis gratos ocios. ¡Y dirán las almas de prosa que la poesía es una quimera!

A mi no me asusta nadie exclamé, tomando mi almohada y largándola de paseo al medio del cuarto. Blanca me miró con asombro. ¿Qué haces, Reina? ¡Oh! es una costumbre. Cuando estaba en el Zarzal, lanzaba siempre mi almohada por los aires, para hacer rabiar a Susana, a quien este modo de proceder sacaba de quicio. Como Susana no está aquí, te aconsejo que renuncies a tal costumbre.

Puse los pies sobre una de las capas de donde parecía surgir el zarzal y conseguí libertar á Mervyn, que una vez dueño de sus movimientos volvió á hallar todos sus medios, y se sirvió de ellos sin retardo para ganar la orilla, abandonándome de buena gana.

En el Zarzal; una quinta espantosa, con una espantosa tía que ¡gracias a Dios! ha muerto. En todo caso, vuestro nombre señorita es de los más conocidos; en 1423 había un caballero de Lavalle que se parapetó en el monte de San Miguel. ¿? ¿Y qué hacía allí ese caballero? Defender el monte atacado por los ingleses. ¿En lugar de bailar? ¡Qué tonto!

Palabra del Dia

rigoleto

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