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Actualizado: 10 de junio de 2025


Recordé el inmenso cuidado que había tenido con esa bolsita que yacía vacía sobre la mesa, y la negligente confianza con que me la había mostrado esa noche en que no era más que un vagabundo sin hogar que andaba recorriendo los caminos en busca de los molinetes. Mientras la tenía en su mano mostrándomela, había visto brillar sus ojos con una luz viva de esperanza y anticipación.

Filipinas por su situación, sus tradiciones, sus costumbres, su falta de necesidades, su desconocimiento de lo supérfluo, yacía hasta hace pocos años en perfecto quietismo.

Estaba Ana sola en el comedor. Sobre la mesa quedaban la cafetera de estaño, la taza y la copa en que había tomado café y anís don Víctor, que ya estaba en el Casino jugando al ajedrez. Sobre el platillo de la taza yacía medio puro apagado, cuya ceniza formaba repugnante amasijo impregnado del café frío derramado. Todo esto miraba la Regenta con pena, como si fuesen ruinas de un mundo.

Al mutismo obstinado en que yacía sucedió una locuacidad extrema, una charla animada, insustancial, entreverada de carcajadas extrañas en que se placía, desahogando la emoción que la embargaba, estirando sus nervios encogidos.

En dolorosa incertidumbre pasó la noche, despertando a cada instante al aguijonazo de su idea candente y aguda. El cuerpo dormía y la idea velaba. No podía la esposa mirar sin envidia la dulce paz de aquella conciencia que a su lado yacía. El dormir de D. Francisco era como el de un mozo de cuerda que ha tenido mucho trabajo durante el día y que al cerrar los ojos se quita de encima también todas las cargas del espíritu. ¡Dichoso hombre!

Nazaria no decía nada, pero con los resoplidos mostraba el desfogamiento de su cólera que parecía salir en mangas de aire desalojando el henchido seno. La navaja yacía en el suelo junto a los restos de lo que fue urna y a los pedacitos de toro de yeso que, pisados en la contienda, manchaban de blanco la fina estera.

4 Y como no podían llegar a él a causa de la multitud, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico. 5 Y viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. 6 Y estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensando en sus corazones,

¿Sabe usted, tía, que me ajusta un poco? ¡Qué sastres! Entretanto, la señora había quedado parada delante de un grabado puesto en la cabecera de la cama, en lugar de la imagen de San Pablo, que yacía descolgada irreverentemente de su clavo. Y había por qué quedarse parado, pues el tal cuadrito representaba una dama en traje tan primitivo, que no podía darse más, ¡qué horror!

"Ayer fué cuando vine á dar remate á mi libro, una parte del cual, el principio, se hallaba ya en prensa en Boston, mientras la otra, el final, aun yacía en las profundidades de mi cerebro, en esta ciudad de Salem; de modo que, como Vd. , la historia tiene por lo menos catorce millas de largo. ... Algunas partes están escritas con vigor; pero mis producciones nunca se han dirigido ni se dirigirán jamás á los sentimientos generales de la humanidad, y por lo tanto no serán nunca muy populares; y si bien hay personas que gustan mucho de mis escritos, hay otras á quienes les son completamente indiferentes y no encuentran en ellos nada digno de notarse.

MANRIQUE. No temas, no; tan sólo ha sido un sueño, una ilusión, pero horrorosa... un sudor frío aún por mi frente corre. Soñaba yo que en silenciosa noche, cerca de la laguna que el pie besa del alto Castellar, contigo estaba. Todo en calma yacía; algún gemido melancólico y triste sólo llegaba lúgubre a mi oído.

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