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Entre sus compañeros tremolaba el estandarte del oscurantismo; pero de poco acá había en su pensamiento reservas, condescendencias, debilidades...; en fin, que el angelito estaba algo tocado del virus... «Del virus revolucionario repitió Bringas dos o tres veces mientras le rapaban , y es preciso que eso se te cure de raíz. Ya verás, ya verás la que se arma si triunfa esa canalla.

El foco de la insalubridad de Tayabas, está precisamente en su misma riqueza; sus productivos regadíos, llamados tubiganes, alientan el virus palúdico que emponzoña la atmósfera, originando las tan conocidas y temidas calenturas que tantísimas víctimas hacen, sobre todo de Julio á Octubre, meses en los que la tierra descansa y hace pudrir con la ayuda del agua estancada, las raíces y demás hierbas que deja tras la siega del palay.

Lógico es pensar, y los hechos lo prueban superabundantemente, que los diversos vírus ó miasmas crónicos que atacan al organismo, afectan diversas formas en los distintos períodos de sus evoluciones, es decir, que se manifiestan en la piel, en los gánglios linfáticos y las glándulas, en los huesos y los órganos parenquimatosos, sobre las membranas mucosas y en las misteriosas vías de la nutricion; que vuelven á la piel ó á los órganos anteriormente afectados por ellos, modificándose en su espresion fenomenal; y que en estos diversos estados, bajo las diferentes formas, todos estos vírus ó miasmas, inclusa la misma sífilis, pueden merecer los epítetos de primario, secundario, terciario, quaternario, segun el aparato orgánico que afecten en una época dada de su marcha invasora.

La gran revolución social y religiosa, saliendo de los aristocráticos salones de Versailles, para volcar los tronos y ensangrentar y envenenar la Europa con el virus de la Enciclopedia: he aquí el argumento de esta novelesca historia por demás instructiva é interesante.

Su pensamiento permaneció puro hasta aquella terrible hora de media noche. En ella el sentimiento, solo, luchaba con el mal deseo. Cada día sacaba del fondo de su naturaleza sana y vigorosa nuevos recursos para eliminar el virus, o, por lo menos, para contenerlo y hacerlo inofensivo: por eso se desterró al extranjero, por eso en el momento en que vio tu casa pensó en huir lo más pronto.

Algo más dignas de respeto eran las teorías del noble mozo, aunque sólo las estimara por el fervor y el honrado convencimiento con que me las exponía, y así se lo declaré; pero añadiéndole que apreciaría yo mejor la fuerza de sus razones viéndole luchar contra mis dudas en terreno más trillado por la realidad de las cosas: al cabo era yo, en más o en menos, de los gangrenados por el virus de la ciudad, y gustaba de ver los asuntos por su lado práctico.

Y esa idea de don Emilio Castelar era la idea que aquí tengan todos los que no estaban, diré mejor, los que no estábamos comprendidos en la conspiración; porque a pesar del papel que yo posteriormente pude desempeñar, modesto y obscuro, en el movimiento revolucionario, he de declararlo sinceramente, y nunca he pretendido lo contrario, en la conspiración inicial no estuve comprendido ni iniciado; hasta el punto de que, no sospechando que yo podía ser capaz de semejante cosa, el señor Juan Gualberto Gómez, a pesar de haber llevado su defensa ante la Audiencia de la Habana cuando se le procesó por la publicación de un artículo titulado «Por qué somos separatistas», jamás contó conmigo y aun hubo de decirme, ya en Ceuta, donde nos encontramos, que él se hubiera dirigido a si hubiese sabido que yo era susceptible de ser inyectado con semejante virus; a lo que le contesté que quizás, en aquellos momentos, no hubiera sido yo susceptible de recibir, con fruto, la inyección.

Siguiéndoles a cierta distancia, se cercioró al punto de lo que antes fuera presunción, y la certidumbre produjo en su alma violentísima sacudida. «Es él, ese infame... La espera; van juntos... y toman la vía más solitaria... Luego, son amantes... ¡Engañar a una pobre mujer... un hombre casado!...». Determinose en él con poderosa fuerza el rencor de otros tiempos, aquel rencor concentrado y sutil que era como un virus ponzoñoso, tan pronto manifiesto como latente, y que al derramarse por todo su ser, producía tantos y tan distintos fenómenos cerebrales.

§ VI. Efectos fisiológicos y terapéuticos en el sistema cutáneo. Los hechos clínicos dan cada dia mas importancia al hecho general de los vírus hereditarios ó adquiridos con sus variadas formas en los diversos tejidos y en las distintas épocas de su evolucion.