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Llevando siglos de existencia, disponiendo de riquezas y viajando por toda la tierra, sus famosos sabios no habían enriquecido á la humanidad con un sólo descubrimiento de importancia. Su talento consistía en presentar al vulgo las medianías como genios de fama universal y colocar á la mayoría restante en sitios donde no se evidenciase su vulgaridad. El médico se reía igualmente de su poder.

Gracias á Dios exclamé, que ya he oído algo que corresponda al pomposo título de ciudad que lleva Agaña; mas al observar que por ningún lado veía torre ni torreón, no pude menos de interrogar al Padre, á fin de que me mostrara dónde estaba situado el aparato. El aparato me replicó con tono amargo mi compañero de paseo, que no es ninguna vulgaridad, está allí; y me señaló el hueco de la ventana.

Sus maneras carecían de atildamiento rebuscado y enfadoso, y sus frases estaban exentas de esa vulgaridad que hace el lenguaje de un hombre igual al de los demás: en lo que hablaba había siempre algo original; su tristeza parecía sincera, su gracia tenía un dejo amargo.

Ella bailaba la danza de moda, frecuentando los «té-tango» donde era admirado Desnoyers. ¡Verse de pronto al lado de este hombre célebre é interesante que se disputaban las mujeres!... Para que no la creyese una burguesa igual á las otras contertulias del senador, habló de sus costureros, todos de la rue de la Paix, declarando gravemente que una mujer que se respeta no puede salir á la calle con un vestido de menos de ochocientos francos, y que el sombrero de mil, objeto de asombro hace pocos años, era ahora una vulgaridad.

Además, son inseparables y forman una pareja horrorosa que no todo el mundo ve. ¡Desgraciados aquellos que siendo aún jóvenes se dan cuenta de que existen!... Yo los he conocido siempre: estaban en el colegio; allí pudiste conocerlos también ; no dejaron de habitarlo ni un sólo día durante los tres años de vulgaridad y de mezquindades que en él pasé.

Que a ella y a se nos han revelado... los misterios inefables, digo... nos llevan a un éxtasis delicioso, de que no pueden participar las personas vulgares. ¡Llamarme a persona vulgar!... La vulgaridad consiste en estar muy apegada a los bienes terrenos... es decir, en hacerle mimos a la bestia.

Apenas me ve con un hombre, cree que debo casarme con él... Casarse, ¡qué vulgaridad! ¡qué grosería!... ¿Quién piensa en eso?... Y su protesta contra el matrimonio era realmente ingenua, como si le propusiesen algo que le inspiraba escándalo y horror. El único de la familia que se mantuvo lejos de ellos en toda la mañana fue el hermano. Ojeda le era antipático: prefería a los de la banda.

El mozo era por su traza un andalucito muy agraciado, si bien con un no qué de peregrino, que borraba de su fisonomía, de su ademán y de sus movimientos toda huella de vulgaridad, dándole distinción y atrayendo hacia él las miradas curiosas de cuantos sujetos gustan de lo que no se tiene a todo pasto ni se encuentra al revolver de una esquina.

Al través de los perfumes, su imaginación olfateaba un olor de vulgaridad original. ¡Ay, la otra! ¡la otra!...

Y se acordaba de las cartas que había escrito ese día para anunciar su partida, cartas en que la tristeza de la renuncia a una adoración que presentía dominante, se ocultaba, se descargaba en acusaciones a la vulgaridad del lugar y de sus pobladores.