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Actualizado: 21 de julio de 2025


Eduardo, apasionado hasta el extremo de la bella Condesa, y persuadido de que serán vanos sus esfuerzos para lograr sus deseos, intenta forzarla; pero ella es bastante discreta para burlarse de todas sus estratagemas, y llega á dominarlo de tal modo con la nobleza de sus sentimientos, que su amor sensual se trueca en respeto y veneración, y después, cuando cesa la lucha entre esos tres poderes, ella le ofrece voluntariamente su mano.

Y si esto es así en una sociedad en donde yo no entro voluntariamente, ¿cómo ha de poder censurarse el altísimo concepto que forme cualquiera de la sociedad ó compañía en cuyas filas se alista por voluntad propia?

No es sopa lo que te pido; lo que te pido es tu hija..., la más hermosa de mis Estados... Dámela voluntariamente y te elevo a las gradas de mi trono; de lo contrario, mis ejércitos te la arrebatarán por la fuerza y no tendrás el mérito de habérmela dado. Y al hablar así, el desgraciado miraba a Luisa con profunda admiración.

Gracias, amigo mío dijo Golbasto . Jamás olvidaré lo que hace usted por en este día.... Los gobiernos se suceden y caen en el olvido, mientras que nuestra amistad llenará capítulos enteros de la historia futura. Luego el poeta se empequeñeció voluntariamente, hasta ocuparse de la existencia doméstica de su amigo. ¿Y Popito? preguntó. Momaren hizo un gesto de contrariedad y de tristeza.

No se dirá que un noble se desarma voluntariamente porque le amenazan Eolo y Neptuno. Lo que haré será convocar sobre cubierta á la Guardia Blanca y aguardar con ella la buena ó mala suerte que el cielo nos depare. Pero ¿qué es aquello, maese Golvín? Por escasa que sea mi vista me parece no ser ésta la primera vez que contemplo aquellos dos promontorios, allá á la izquierda.

Adivinaba que había un misterio en todo esto, pero no se sentía con fuerzas para descubrirle. En este instante un capricho del pensamiento le hizo ver las dificultades con que iba á tropezar voluntariamente y las molestias que le iban á resultar. ¡Qué!

Sólo unos ojos expertos los podían descubrir, apelotonado cada uno en una grieta de las rocas, alterando voluntariamente su piel lisa con protuberancias y arrugas iguales á las de la piedra.

SIDARTA. Bien sabes, hermosa nieta de Iksvacú, que por mi voluntad no se ha derramado jamás una sola lágrima. ¿Cómo había yo de darte voluntariamente el pesar más pequeño? Jamás me apartaría yo de tu lado, si esto me fuera lícito; pero no debo ocultártelo por más tiempo: un deber imperioso me impulsa a ir lejos de ti. GOPA. ¿No te alucina, no te extravía ese deber?

La única relación entablada voluntariamente con el partido era cuando cogía la pluma y fabricaba para el semanario algún artículo sobre «El Derecho y la Moral», o «La Libertad y la Fe», resabios de estudiante aprovechado y laborioso; largas tiradas de lugares comunes con fragmentos de lecciones de Metafísica, que nadie entendía y excitaban por lo mismo la admiración de los correligionarios, los cuales decían a Don Andrés guiñando los ojos: ¡Qué plumita! ¿eh?

Todos los medios de apartarse voluntariamente de la vida le parecían dolorosos, antipáticos y aun cursis. Heridos su orgullo y su dignidad, muertas sus ilusiones, algo la ataba aún a la vida, aunque no fuera más que la curiosidad de goces y satisfacciones que no había probado todavía... No, morir, no. Tiempo había para eso.

Palabra del Dia

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