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Actualizado: 2 de julio de 2025


Al pasar ante la casa de Pirovani miró al lado opuesto y aceleró la marcha de su caballo, por temor á que Elena abriese una ventana, llamándole. Iban transcurridos muchos días sin que él hubiese vuelto á visitarla. Sentía esos temores vagos que anuncian la cercanía del peligro, pero sin dejar adivinar de qué parte viene.

Al cabo de los ocho días se celebraron las bodas a oscuras. La niña vivió muy feliz. El novio salía muy temprano cada 50 mañana y volvía por la noche. Un día vino una vecina vieja a visitarla. Le preguntó si era feliz en su matrimonio. Ella le dijo que era muy feliz y que estaba muy contenta. Después le preguntó la vieja como era su marido, si era joven o viejo, feo o hermoso.

Jornada segunda. El príncipe Rugero intenta matar al duque Federico, creyendo que es su rival, y que pretende también á Casandra, por haber oído que acostumbra visitarla de noche. Soborna á un criado para introducirse en secreto en la habitación de su amada.

Más de una vez la guardia civil tuvo que visitarla y cada poco tiempo iba a la cabeza del partido a declarar en causa por lesiones o hurto. El cura, Fermín, y hasta los guardias, que estimaban su honradez, la habían aconsejado en muchas ocasiones que dejase aquel tráfico repugnante; ¿no la aburría pasar la vida entre borrachos y jugadores que se convertían tan a menudo en asesinos?

Después se nos presenta en la escena Doña Inés, la hermana del matador, que se ve perseguida por los ruegos amorosos importunos de un hermano del muerto, á quien anuncia que se abstenga en lo sucesivo de visitarla en el instante mismo, en que recibe la noticia del homicidio y huida de Don Luis; y como se considera por esta causa sin protector contra las asechanzas y pretensiones de un amante odioso, resuelve, sin demora, disfrazarse de hombre y reunirse con el fugitivo.

La princesa había ideado este nombre, segura de que en las noches de luna vendrían á visitarla las hijas de las profundidades marinas, cantando en los escollos al pie de sus ventanas. No podían hacer menos por ella. El misterio se abría cada vez más ampliamente ante sus ojos, permitiéndole ver lo que no veían los demás.

Fuí a visitarla, y habiendo cometido la indiscreción de decirle que te quería, se enfureció de tal modo, que me hizo poner en la puerta de la calle. Inés cruzó las manos, dejándolas caer luego con desaliento sobre su falda, mientras elevaba sus ojos al cielo, sin decir nada.

Cuando la joven se vió bajo los árboles, Fernando atravesaba ya la verja, haciéndose de nuevas ante el portero, al saber que la señora no estaba en casa. Venía á visitarla y á enterarse de paso de cuándo regresaría don José de su viaje; pero ya que la señorita estaba en el jardín, pasaría á saludarla. Los dos jóvenes quedaron indecisos, con la emoción de la timidez, al verse frente á frente.

Enteráronle de lo ocurrido. Fué a ver a su hija al colegio de niñas pobres. La sacó de allí y la puso en otro de pago, adonde por rara casualidad iba a visitarla. En la población, sin embargo, fué loado su rasgo de generosidad.

En seguida me fui a visitarla, pero había muchas personas en la casa y no me atreví a socorrerla por temor a que se creyera que ejercía la caridad con ostentación. Volví a casa con la intención de mandarle alguna cosa; se hizo tarde, y no me atreví a mandar a los criados. ¡Acaso la pobre mujer habrá pasado la noche sin alimentarse ni alimentar a sus hijos!

Palabra del Dia

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