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Sus observaciones especiales son vanísimas, y lo he conocido por propia experiencia. Si trata de curar las enfermedades, usa de infinitos medicamentos Chímicos, con perjudicial ponderacion de sus falsas virtudes.

Y esto es porque no hay entre ellos sino cuatro apellidos de linajes, que decienden de la casa Otomana, y los demás, como tengo dicho, toman nombre y apellido ya de las tachas del cuerpo y ya de las virtudes del ánimo.

Ordenóse de sacerdote antes de embarcarse para esta provincia, á que pasó el año de 1681 y apenas se dieron á la vela en Cádiz, cuando se le ofreció ocasión en qué dar muestras del espíritu y virtudes, de las cuales iba abundantemente prevenido para aquel viaje.

Así al lado derecho como al izquierdo, divisamos otras figuras. Las de la derecha deben ser bienaventurados, que guardan las tres virtudes teologales, y las de la izquierda parecen ser figuras de réprobos, imágen de los siete pecados. Nos acercamos más. La enorme puerta principal, toda de bronce, es un trabajo de mérito notable; una obra maestra.

padre de las virtudes y padrastro de los vicios. No seas siempre riguroso, ni siempre blando, y escoge el medio entre estos dos estremos, que en esto está el punto de la discreción.

Por el contrario, con sus delicadas atenciones y con su buen humor esforzábase en allanar el abismo que de ellos le separaba, y así vivían los tres sin tropiezos y en la más completa armonía. Necesario era que hubiese en la vida de familia virtudes y gracias particulares para unir de tal manera seres tan desemejantes en educación y en gustos. La Escritura había dicho con razón: Voe soli!

Había que ver el gesto indignado con que hablaba de los borrachos de alcohol, alabando de paso las virtudes del líquido rojo. Allí le tenían a él con sus sesenta y ocho bien cumplidos.

Aquella mujer resultaba incomprensible. Al marido fiel y bondadoso apenas lo nombraba, como si su matrimonio hubiese sido de algunos días; y en cambio, de aquel calavera que tanto la hizo sufrir habíase forjado después de muerto una figura ideal, y ya que no de sus virtudes, hablaba a todos de su talento, pintándolo como un sabio ilustre, cuya ciencia no había podido apreciar el mundo.

Usted que ha leído, sabe perfectamente que muchos clérigos que han escrito acerca de las costumbres y carácter de la mujer de su tiempo, han recargado las sombras, han llenado sus cuadros de negro... porque hablaban de la mujer del confesonario, la que cuenta sus extravíos y prefiere exagerarlos a ocultarlos, la que calla, como es allí natural, sus virtudes, sus grandezas.

me marcaste de la vida el paso, un cuerpo débil para mi alma diste: si era para el licor frágil el vaso, ¿por qué no lo cambiaste ó lo rompiste? ¿Dónde está tu justicia, que no acudes un remedio á aplicar á los dolores del que siente la de las virtudes y el gérmen del amor de los amores?» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ¡Ah, no sabeis vosotros, desdichados, que acaso oís riendo mis gemidos, los momentos de angustias ignorados que guardan estas letras escondidos!