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Actualizado: 5 de junio de 2025
Además, podría tener todos los defectos que quisieran sus enemigos, pero nadie le conoció jamás sombra de inclinación hacia el sexo débil. Despreciaba a las mujeres positivamente: creía que ninguna era capaz de decir ni hacer cosa con sentido común. En su carácter viril parecía haber encarnado el espíritu romano, que negaba a la mujer facultad para regirse nunca por sí misma.
Era hombre á propósito para hallarse al frente de una comunidad que debe su origen y progreso, y su actual desarrollo, no á los impulsos de la juventud, sino á la severa y templada energía de la edad viril y á la sombría sagacidad de la vejez; habiendo realizado tanto, precisamente porque imaginó y esperó tan poco.
Experimentaba una sensación nueva ante esta cólera viril provocada por el despecho amoroso. Ulises se le aparecía como un hombre distinto á todos los que había conocido en su existencia anterior, fríos, acomodaticios y egoístas. ¡Ferragut mío!... ¡Mi mediterráneo! ¡Cómo te amo! Ven... ven... Necesito recompensarte.
Pero á continuación pensó en todas las protagonistas calumniadas y perseguidas que había encontrado igualmente en los libros y las aventuras cinematográficas, siendo tan enormes sus tormentos, que él, á pesar de su fortaleza viril, sentía humedecerse sus ojos. En el mundo abundaban tal vez las víctimas de dicha especie.
Sólo sus manos tenían algo de femeninas, en las palmas más que en los contornos, y su labio superior estaba cubierto de negro y ligero bozo, que, sin ser verdadero bigote, daba un aspecto viril á su fisonomía.» Tal era, físicamente, aquella monja sin par, y tales las curiosas noticias que existen de su estancia en Sevilla, donde tanto llamó la atención de las gentes.
Era más joven que ella, y con el furor de una hembra que se da cuenta de su próximo ocaso, se agarraba á aquel profesional de la hermosura viril que, satisfecho de su persona, dejaba que las aventureras de las estaciones de placer se disputasen el honor de acapararlo, con toda clase de concesiones y sacrificios.
Ella, por su parte, había podido apreciar el carácter caballeresco, la pronta decisión y la viril energía de aquel joven jefe encerrado en aquel precario abrigo con un puñado de forajidos, en quienes hacía vibrar las cuerdas dormidas del patriotismo, del heroísmo y del honor por la fuerza del ejemplo. Lo que no era siempre fácil.
Su cólera de padre a uso antiguo, incapaz de ternura y de perdón, su orgullo viril que le había hecho considerar siempre a la hembra como un ser inferior, incapaz de otra cosa que de causar al hombre inmensos daños, perseguían a la pobre María de la Luz. También ella estaba desmejorada, pálida, flacucha, con los ojos agrandados por las huellas del llanto.
Orgullo y alegría inundaron el alma de la atrevida mujer al mirar en su propia mano la representación visible de Dios... ¡Cómo brillaban los rayos de oro que circundan el viril, y qué misteriosa y plácida majestad la de la hostia purísima, guardada tras el cristal, blanca, divina y con todo el aquel de persona, sin ser más que una sustancia de delicado pan!
Pero si al recorrer el mundo, cuando llegues a la edad viril, escuchando tu nombre, algunos ojos brillan con simpatía, algunas manos se extienden hacia ti, será quizá que alguien recuerde todavía los cantos de tu padre. Estréchalas, hijo mío: recibe esta simpatía como una herencia sagrada. Corta es, pero ha sido ganada con alegría y sin mancilla.
Palabra del Dia
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