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Actualizado: 27 de junio de 2025
El pobre Arturo me inspiraba lástima, y más de una vez temí que enloqueciera. La escena del baile de máscaras le había impresionado profundamente... Había momentos en que, al acordarse de aquella Judit que había vuelto a encontrar sin verla, que se le había aparecido sin descubrirle sus facciones, se creía víctima de una alucinación.
Dábale compasión de la víctima, y para evitar su enternecimiento, que podría frustrar el acto, hizo lo que los criminales que se arrojan frenéticos a dar el primer golpe para perder el miedo y acallar la conciencia, impidiéndose el volver atrás. Cogió la hucha y con febril mano le atizó un porrazo. La víctima exhaló un gemido seco. Se había cascado, pero no estaba rota aún.
Algunas veces la había visto, pero tan furtivamente y a través de tan gran turbación, que en cada una de aquellas ocasiones me había parecido que era víctima de un ensueño penoso. De aquellas fugaces apariciones me quedaba la impresión de una imagen extraña, de un rostro ajado como si los negros colores de mi alma se hubieran desteñido sobre aquella radiante fisonomía.
Acaso habia motivos fundados para sospechar algun contrabando de encajes belgas, de lo cual fueron víctima unos tres ó cuatro jamones que llevaba consigo un viajero, punzados sin misericordia por los aduaneros para cerciorarse de que no habia encajes en el interior de las piernas de cerdo.
Puso el grito en el cielo la víctima, exclamando: «¡Pero, tía!...». La vieja recogió y unió los dos pedazos de la caña, de lo que resultaba que podía pegar más a gusto, y ¡zas!, emprendió una serie de cañazos tan fuertes, tan bien dirigidos, tan admirablemente repartidos por todo el cuerpo de Isidora, que esta, sin poder defenderse, gesticulaba, manoteaba, gemía, se dejaba caer en el suelo, se arrastraba, escondía la cabeza, se revolvía.
Nunca había yo llegado a concebir tanto dolor y tanta resignación: nunca una agonía tan lenta; nunca un sufrimiento tan agudo, soportado, apurado, dominado con tanto valor: en Amparo no había esa expresión de disgusto, de rabia, de lucha impotente; expresión de ángel rebelde y condenado, que es una blasfemia muda; una blasfemia en imagen. Era la víctima resignada al sacrificio.
La víctima está en tus manos; no la sueltes; cébate en ella; sacia en ella tu sed de venganza.
Don Braulio, por último, si se juzgaba víctima, no culpaba a la sociedad en su conjunto, ni a ningún individuo singularmente, sino suponía que todo emanaba, por manera fatal e inevitable, de la misma naturaleza de las cosas.
Dos años y algunos meses pasaron desde que don Juan abandonó a Cristeta en Santurroriaga hasta que volvió a Madrid. Al encontrarse con su víctima en las alamedas del Retiro, se quedó asombrado. Pasó casi toda la noche pensando en ella, y lo poco que durmió, contemplándola en sueños.
Era de esos monstruos á quienes gusta oir los gritos de su víctima y que se deleitan viendo lágrimas. El amor en él tenía un fondo de crueldad. Deseaba á Lea, pero la execraba y sujetándola á sus caprichos, se daba el placer de degradarla.
Palabra del Dia
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