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Actualizado: 27 de junio de 2025
Quería casarle: y si ella partía, si se veía solo, abandonado, la tristeza y el tiempo que todo lo pueden, morderían su voluntad, hasta hacerle caer inerte, entregándose como una víctima que en su aturdimiento no abarca la importancia del sacrificio. Ella le escuchaba estremecida; con los ojos desmesuradamente abiertos por el terror.
Falta que sea verdad lo que cuentas dijo la víctima defendiéndose. Tú podrás creerlo o no creerlo, como un enfermo puede tomar o no la medicina que el médico le da. Porque esto es la medicina de tu conciencia. ¿Quieres otra? ¿Quieres el nombre de la que te ha robado lo que tú robaste? Pues te lo voy a decir.
3.ª Casándose jóven tu hija, satisfaciendo á tiempo la necesidad más imperiosa y más sagrada de su corazon, no puede ser víctima, como lo son tantas mujeres, de una pasion contrariada, de un amor combatido y tiranizado.
Calló la criada, y siguió el hombre su paseo. Ya no cabía duda. Josefina era, no sólo inocente, sino víctima de una infamia. La culpable era Margarita de Algalia, y el que pasaba por novio de la hija era su amante. ¡Maldad inicua! La madre quería comprar el secreto de su delito a costa del reposo de la pobre niña.
Al cerrar los ojos sintió que su lecho, siempre inmóvil, también se sublevaba bajando y subiendo. Poco después se creía en el Océano, encerrado en un camarote, víctima del mareo y corriendo borrasca. Se levantó a las doce y no quiso hablar con su mujer y sus hijas de la cena, de la dichosa cena.
No faltó quien informase luego que el muy taimado de la sangre azul tenia sus viejas marrullas de rezandero, que le hacian parecer pasablemente pecador. En ninguna parte es tan ridículo el tartufo como en alta mar. Pero nada tan curioso como una Francesa que venia de San-Francisco de California con su marido, victima de un mareo permanente.
Las balas de cañón, de tan cerca disparadas, mutilaban horriblemente los cuerpos, y era frecuente ver rodar a alguno, arrancada a cercén la cabeza, cuando la violencia del proyectil no arrojaba la víctima al mar, entre cuyas ondas debía perderse casi sin dolor la última noción de la vida.
M. Bernier abrió la ventana en el momento en que la víctima elegida gritaba a plenos pulmones: ¡Agua muy fresca! ¡Muchacho! gritole el doctor, dejad vuestro tonel y subid por la calle de Verneuil, si queréis ganar un buen puñado de luises. CHEBACHTIÁN ROMAGN
El libro cayó de mis manos: no podía separar mi pensamiento de la singular combinación de acontecimientos, que después de tantos años, daba á este culpable anciano al nieto de su víctima por testigo y protector de su último sueño.
Belarmino, después de saber que el filósofo hablaría ante señoras, ya no tenía interés ninguno en oírle. Pero se dejó llevar, con resignada indiferencia. Toda la tramoya había estado tan hábilmente desarrollada, que Belarmino, a pesar de su sagacidad instintiva, no sospechaba ser víctima de un engaño.
Palabra del Dia
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