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11 Y cuando lo entendió el pueblo, le siguió; y él los recibió, y les hablaba del Reino de Dios, y sanó a los que tenían necesidad de cura. 12 Y el día había comenzado a declinar; y llegándose los doce, le dijeron: Despide a la multitud, para que yendo a las aldeas y heredades de alrededor, procedan a alojarse y hallen viandas; porque aquí estamos en lugar desierto.

En cada casa en que hay convite disponen una mesa larga en los corredores, que suele ser una tabla angosta sobre dos palos, y una mesita chica adornada a manera de altarito, con respaldo, en la que colocan alguna imagen o estampa de santo; en esta mesita ponen las viandas más finas y delicadas, como son aves, pasteles, batatas cocidas o asadas, pan, etc.

Mas como a los españoles poco les basta para entretener y sufrir mucho trabajo, con aquella gota pasó como pudo hasta el fin de la comida, habiéndonos todos los pajes conjurado de no mirarle a la cara en cuanto comiese, porque no volviese con señas a pedirlo y nos obligase a darle; mas él supo mucho, que cuando satisfizo el estómago de viandas, y servían los postres, volvió a decir: "Con licencia de vuestra señoría voy a beber", y levantándose de la silla fuese al aparador, y en el vaso mayor que halló echó vino y agua lo que le pareció; y satisfecha la sed, quitándose la gorra y haciendo una reverencia, salió de la sala y se fué sin hablar otra palabra.

Y tal vez haya comido en Lhardy solo, triste, sin que hayamos podido tener un rato de amena plática ante las viandas exquisitas... Esto es, en realidad, tremendo; ya no tengo sueño. ¿Cómo voy a dormir estando Sarrió en Madrid? Me voy a la calle; creo que mi deber me impone el visitarlo. Pero ¿dónde vive Sarrió? ¿Cómo encontrarlo?

, , talento tienen, indudablemente; pero les falta esa simplicidad, esa visión humilde de las cosas, esa compenetración con la realidad que Alonso Quijano encontró sólo en su lecho de muerte, ya curado de sus fantasías. El obispo come un poco separado de la mesa, con ademanes distraídos, como olvidándose a veces de que ha de continuar en la tarea de engullir las viandas.

Poco tiempo despues se le puso en la cabeza la mania de no comer ni beber; y hubo ocasion de que pasasen tres dias sin tomar nada; hasta que acosada por el hambre, tomaba algo, empeñándose que los platos donde le mandaban las viandas no saliesen de su habitacion; de suerte que estos objetos sucios con otros, daban un olor insoportable á aquella morada, é imposible por tanto de aguantarlo.

¡Ah! ¿conque es decir que las coimas son aquí primero que las viandas de su majestad?

2 Y si alguno piensa que sabe algo, aún no sabe nada como le conviene saber. 3 Mas el que ama a Dios, el tal es enseñado de Dios. 4 Acerca, pues, de las viandas que son sacrificadas a los ídolos, sabemos que el ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un sólo Dios. 8 La vianda no nos hace más aceptos a Dios; ni porque comamos, seremos más ricos; ni porque no comamos, seremos más pobres.

Y hasta más de media noche duró la cena en el fondín principal del pueblo: un banquete de platos populares y substanciosos, tales como los soñaban aquellos ricos improvisados en su época de hambre: conejos de monte, gallinas en toda clase de guisos, bacalao bajo todas las formas, un interminable desfile de viandas vulgares rociadas desde la primera á la última con champagne de las mejores marcas.

De modo que juntan en un plato todas las sobras de cuantas viandas les han servido a la mesa; hasta los dulces, si los hay, los juntan con lo demás. Luego que han acabado, llegan las mujeres y toman los platos de las sobras y se los llevan a sus casas, a donde también van los maridos, y juntos con sus hijos o amigos comen lo que ha sobrado en el convite.