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Actualizado: 5 de octubre de 2025


Á estas palabras que le tocaban en lo más profundo de su ser, Marenval palideció, las lágrimas brotaron de sus ojos y sin poder hablar, permaneció temblando de emoción ante sus amigos. Por último movió la cabeza, dió un suspiro que pareció un sollozo y contestó, arrojándose en los brazos de su pariente: Adiós Vesín. Usted sabe á qué atenerse.

Desde luego debemos ponernos en relación con Jacobo, á fin de que sepa que existe Lea Peralli y para juzgar con él, hablando larga y maduramente, sobre las consecuencias que trae consigo este hecho inesperado. ¿Pero van ustedes á ir á Numea? exclamó Vesín con mal contenido asombro. Vamos á ir á Numea, declaró fríamente Marenval.

Marenval, Vesín y Tragomer se colocaron en un rincón, cerca del hueco de una ventana, entre la puerta y el piano, donde no podía escapárseles nada de lo que iba á pasar en el salón. Sorege estaba al lado de la bella duquesa de Blenheim y hablaba con imperturbable serenidad.

Nos veremos dentro de tres meses, dijo Vesín, pues no emplearán ustedes más tiempo en ir y volver. Si entonces puedo serles útil en algo, tendré en ello mucho placer! Amigo mío, si logramos nuestro propósito, vendremos tan llenos de pruebas que será imposible rehusarnos justicia. Amén, dijo el magistrado. Buen viaje y hasta la vuelta.

Marenval se estremeció creyendo estar rodeado de espectros. Un sentimiento de angustia se apoderó de su corazón y sintió una especie de vértigo al oir decir á Vesín con voz fúnebre: En efecto, el caso sería grave. Una causa criminal para los que fueran presos, y si había habido, por desgracia, algún hombre muerto... Trataremos de hacer las cosas suavemente, balbucéo Marenval.

Quiero decirle de una vez para siempre lo que pienso de su carácter y de sus perfidias. Si no resulta tan comprometido en compañía de Jenny Hawkins, que tengamos que dejarle arreglárselas con el comisario. Pedro de Vesín movió la cabeza. ¡Ah! el mozo es muy fuerte para que pueda usted reducirle tan fácilmente. Está metido en una partida de tal índole, que se defenderá con furor.

Construirán ustedes un edificio que llegará hasta cierta altura, pero una base falsa le hará venirse al suelo. ¡Es usted terriblemente escéptico, dijo Marenval impresionado. Es mi oficio, replicó Vesín. Los hombres de justicia no podemos tragar todo lo que se nos presenta. ¡Buena la haríamos si nos diera por creer ciegamente lo que nos cuentan!

No seas muy exigente esta noche, porque acaso mañana te quede tan poco honor que sea hacerte una limosna el responder á tu provocación. Freneuse cambió una mirada con su enemigo, saludó á Vesín y salió de la estufa. Jenny Hawkins, rodeada de admiradores y con la sonrisa en los labios estaba en medio del salón. Vió de lejos á Jacobo que venía hacia ella y se estremeció, pero no hizo un movimiento.

Ante todo, mi querido amigo; ¿se acuerda usted en sus líneas principales, á bulto, del proceso de Jacobo de Freneuse? No sólo me acuerdo de las grandes líneas, sino de todos los detalles, dijo Vesín. Verán ustedes por qué.

Me has rechazado, Jacobo, cuando estaba dispuesto á servirte. Estoy libre de todo deber respecto á ti. Adiós. Dió tres pasos hacia el salón y ya tocaba con la mano á la puerta cuando esta se abrió por sola y aparecieron Marenval y Vesín. Al mismo tiempo que ellos entró en la estufa un soplo de calor perfumado y un rumor de aplausos. Era que Jenny Hawkins acababa de cantar.

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