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Actualizado: 16 de noviembre de 2025
La ruleta permanecía inmóvil; las barajas estaban sin abrir sobre la mesa verde; pasaban las buenas mozas por la acera sin que asomasen a las ventanas de los casinos los grupos de cabezas lanzando requiebros y maliciosos guiños.
Eran soldados de ocasión, armados de alabardas, de picas, de mosquetes. Caminaban con paso solemne, entre desconfiados y fieros, sin atreverse a mirar a las ventanas.
De noche se llenaban las calles de la ciudad de jóvenes embozados en sus capas, que salían en busca de aventuras amorosas, daban serenatas á sus amadas ó departían con ellas en las rejas de las ventanas, abandonándose á tiernos coloquios.
¡Ven aquí! ordenó la solterona; y levantando la cabeza hacia los criados, que estaban asomados á las ventanas del piso superior, añadió: "Vosotros, volved á acostaros!" Todas las ventanas se cerraron y reinó de nuevo el silencio. Bobart trepó por la escalera, y á penas llegado al descansillo, la mano convulsa de Clementina le atrajo hacia el salonillo.
Pero lo hermoso de las casas hindús era la fantasía de los adornos, que son como un trenzado que nunca se acaba, de flores y de plumas. En Grecia no era así, sino todo blanco y sencillo, sin lujos de colorines. En la casa de los griegos no había ventanas, porque para el griego fue siempre la casa un lugar sagrado, donde no debía mirar el extranjero.
Por las ventanas entreabiertas penetraba el vaho cálido y soñoliento de la solanera, algún lejano repique de las campanas de la Concepción Nueva, y el arrullo de las tórtolas que se enamoran en las barandas. El monótono susurro de las moscas se balanceaba sobre el viejo tul, antiguo velo nupcial de la señora de Marques, que cubría ahora, en el aparador, los platos de cerezas.
La caída de la tarde animando con reflejos de ópalo las aguas obscuras del Gran Canal, una góndola pasando junto a la suya en dirección contraria, y en ella unos ojos azules, imperiosos, brillantes, unos ojos de esos que no pueden confundirse, que son ventanas tras cuyos vidrios fulgura el fuego divino del escogido, del semidiós y que parecieron envolverla en un relámpago de luz cerúlea.
Al fin arranquéme de aquel sueño de delicias, y la curiosidad me llevó fuera del recinto donde me ocultaba, para rondar las ventanas y torres de Generalif, imaginando hallarme con otras señales más significativas de mi dicha.
Sí; un día, al pasar por delante de las ventanas del salón, oí á Bobart que decía: "Esta pequeña es bastante bonita, pero imbécil como un ganso ..." ¡Viejo idiota! exclamó Roussel. ¡Despreciable bribón! dijo Mauricio. ¡Debe hacer una buena figura, añadió el joven, frente á frente de la señorita Guichard, en el gran comedor de Rouxmesnil!
De cada diez casas seis por lo ménos os llamarán la atencion por sus extrañas formas, sus techos puntiagudos, sus fachadas triangulares, sus balcones esculpidos, sus curiosas ventanas superpuestas ó pareadas de un modo singular, sus muros compuestos de trozos de madera conbinados en forma de red, sus tejados que parecen madrigueras de ratas ó palomares amontonados en desórden.
Palabra del Dia
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