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Actualizado: 17 de junio de 2025
Si así no fuese, no me habría tratado de tal modo. ¡Ofrecerme dinero por mediación de ese odioso Le Bris! ¡Y en qué términos, grandes dioses! Si me ve con los mismos ojos que su embajador, si he perdido ya su aprecio, ¿qué será de mí? No volverá ya. Viudo o no, está perdido para mí. Entonces, ¿a qué conduciría?... ¿por pura venganza? Pues bien, sea, ¡me vengaré! Pero esperemos.
El asesinato del Conde hace ganar á éste alguna simpatía; pero justo es declarar que, si la venganza fué criminal é infame, casi puede calificarse de merecida.
Por ventura se engañará, decían, y prevaleceremos contra él, y tomaremos de él nuestra venganza. 11 Mas el SE
¡Oh! Matarás á doña Clara; puedes matarla... pero esa no es la venganza que tú necesitas... Seguid dijo Dorotea, con el alma helada, por decirlo así . Decidme, ¿de qué otro modo más horrible me puedo vengar? ¿De qué otro modo?
Al golpe rudo, inesperado, violento, anulado el sentimiento, insensible, inerte, mudo quedóse, y luégo, sañudo, vuelto en sí, con la voz fiera, ¡Venganza gritó aunque muera en mi venganza mi amor! ¡Ay madre de mi dolor! ¡jamas á mi Leila viera!
Don Luis, cuando iba a ser clérigo, estuvo en su papel no defendiendo a Pepita de los groseros insultos del conde de Genazahar, sino con discursos morales, y no tomando venganza de la mofa y desprecio con que tales discursos fueron oídos.
A aquella muchacha fiera y escandalosa le importaba un bledo ir a presidio o a la horca con tal de satisfacer su venganza. Era necesario escapar de Madrid. ¿Adónde? Después de meditar varios días este punto, se decidió por París. Aquella inmensa ciudad, emporio de todos los placeres, convenía admirablemente a los fines interesantes que Romadonga perseguía en esta vida.
Pero la vista de la casa de su suegro le sumió nuevamente en la tristeza. Había satisfecho su justa venganza. Pero quedaba una herida honda, cuyo agudo dolor aun no había podido sentir bien, porque la exaltación colérica en que había vivido aquellos dos días, lo sofocaba. ¡Oh! aquellas grotescas torrecillas y almenares, testigos de su luna de miel, le produjeron horrible impresión de melancolía.
10 Vosotros, que en el tiempo pasado no erais pueblo, mas ahora sois pueblo de Dios; que en el tiempo pasado no habíais alcanzado misericordia, mas ahora habéis ya alcanzado misericordia. 13 Sed pues sujetos a toda ordenación humana por Dios, ya sea a rey, como a superior, 14 y a a los gobernadores, como de él enviados para venganza de los malhechores, y para loor de los que hacen bien.
Los moradores de las aldeas y poblaciones de Griegos de toda la Provincia, sabida la pérdida de su ejército, dejaron sus casas, y sus haciendas, y el trigo que estaba ya para recoger, y peregrinando por reinos vecinos, acrecentaron el temor de nuestra venganza; y dice Pachimerio que entraba de todas parte infinita gente huyendo, y que parecia Constantinopla la espera de Empedocles.
Palabra del Dia
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