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Ya lo sabe usted todo... Cuando sea media noche, tendremos que dejarle... Yo, mientras tanto, voy a rezar por usted, porque el hombre capaz de inspirar semejante abnegación no debe ser enteramente criminal. Y el venerable sacerdote se arrodilló al pie del altar. Señor dijo el gitano , siento mucho que tenga tan poco tiempo para expresarle mi reconocimiento...

Con todo, Westminster ha dado asilo a notabilidades de muy dudosa ortografía, muchas de las cuales han pagado mas bien que merecido el pasaporte para descansar en algunas de las gloriosas tumbas de la venerable catedral de los muertos y de los reyes, poblada de estatuas, bustos y obras soberbias de escultura.

Wilson pasó junto al tablado, envolviéndose muy bien en los pliegues de su manto genovés con una mano, mientras sostenía con la otra la linterna, el Sr. Dimmesdale apenas pudo reprimir el deseo de hablar. Buenas noches, venerable padre Wilson; os ruego que subáis y que paséis un rato en mi compañía. ¡Cielos! ¿Había hablado realmente el Sr. Dimmesdale?

Son estos religiosos de la congregacion de S. Pablo, primer ermitaño, y viven ejemplarmente siguiendo la primitiva regla, reformada por el venerable Juan de Dios de S. Antonino, en una de las montañas de la Sierra al norte y á una legua escasa de Córdoba.

Nosotros recordamos con un poco de estupor los preceptos artísticos de D. Alberto Lista, a los cuales ciñóse estrictamente, tal vez sólo por devoción personal al maestro, hasta en las postreras regias salutaciones que trazó su mano senil venerable.

No obstante, constreñido de la necesidad, puso aquí casa el Venerable Padre y dió principio á la Reducción de la Inmaculada Concepción, á orillas de una grande laguna donde vivía gente de muchos idiomas y diferentes costumbres.

El día de San Vicente supo Juanito hasta dónde llegaba la indignación del venerable don Eugenio. La fiesta del santo popular verificábase con el aparato de costumbre.

Nacimiento, entrada en la Compañía y primeros fervores del venerable P. Lucas Caballero. Nació el venerable P. Lucas en Villamear, lugar de Castilla la Vieja. Sus padres eran de lo principal de él y acomodados en bienes de fortuna.

Por Dios, no seas retrechera; déjame entrar, déjame entrar, encanto de mis ojos. ¡Cielo santo y qué cosas dice vuecencia! ¡Qué lenguaje emplea! Ese debe de ser «el mal lenguaje del demonio», del que tanto habla el venerable padre maestro fray Juan de Avila en un libro que me hace leer mi señora doña Inés para prepararme a monja. ¿Y quieres serlo? Allá lo veremos.

Y él, satisfecho del papel de hombre serio que le asignaban, reía pocas veces, vestía fúnebremente, sin el menor color disonante sobre sus negras ropas; prefería oír pacientemente cosas que no le importaban a aventurar una opinión, y estaba contento de engordar prematuramente, de que su cráneo se despoblara, brillando con venerable luz bajo las lámparas del salón de sesiones, y de que en el vértice de sus ojos se fuera marcando la pata de gallo de la vejez prematura.